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19 | Miércoles El reloj

Kiko Rivera, en agosto de 2015, durante la visita a su hermano Francisco Rivera cuando estuvo hospitalizado en Zaragoza. // Efe

Hay cazatalentos, cazarecompensas, cazafantasmas y cazarelojesfalsos. Existe una cuenta en Instagram que detecta oropeles y brillos de pega, separa el polvo de la paja, desenmascara postureos, destapa las vergüenzas de los ricos y famosos que, pudiéndoselos permitir, optan por la copia, el fake, la imitación, el clon, la réplica. El perseguidor, el watchrunner, tiene buen ojo, estudió en Suiza -donde los Thyssen-y le basta un vistazo para reconocerlos. No descarten que fuese él quien le sacara los colores a Belén Esteban. Tiempo atrás la princesa del pueblo empezó a pasearse por San Blas y Benidorm con chándal y un Cartier, regalo de un jeque árabe (¡Ja!) El gurú relojero -¿o fue Conchita, la poligrafista?- dictaminó que era bueno, pero se lo había comprado ella misma, a crédito, en unos grandes almacenes. Ahora es Kiko Rivera el que luce peluco. En las portadas exclusivas no presume de hermana, pero de reloj sí. Han saltado las alarmas, surgen dudas: algo parece no cuadrar, un detalle, la correa quizá... El instagramer, como un moderno guardián del tiempo, le someterá a la prueba del carbono 14, o del algodón, la que sea. Y el reloj de Kiko será leyenda.

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