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Un mercado en expansión

"Más de la mitad de lo que vendo es en Internet"

- Las empresas se lanzan a la Red para ampliar fronteras - Las principales "apps" agrupan 150.000 anuncios solo en Vigo

Alberto González regenta la librería Coleccionistas, en la calle Romil, desde hace 16 años. // A. Irago

Alberto González arrancó su tienda con 200 libros de ocasión. Hoy tiene 36.000. Buena parte de ellos lo rodean detrás del mostrador de su librería Coleccionistas, donde también vende discos, sellos, monedas o películas. Lleva abierta desde el 2000 y ha almacenado tal número de artículos que ha tenido que abrir otro local muy cerca.

Desde hace 10 años la mayoría de las transacciones de González se producen en la Red y desde cualquier parte del mundo. "Más de la mitad de los que vendo es en Internet, ahora mismo estoy sobreviviendo gracias a esto, para bien o para mal, porque los precios, los tiempos, todo lo decide Internet".

Tantos las tiendas on line como las aplicaciones móviles registran números astronómicos de intercambios. En la página de Vibbo se pueden encontrar más de 139.000 anuncios de segunda mano en Galicia. En Wallapop, solo en Vigo, son 104.000. ¿Qué venden los gallegos? De todo: ropa, cosas de cocina, complementos, piezas mecánicas, muebles, electrodomésticos, dentaduras postizas e incluso urnas para las cenizas de los difuntos.

Wallapop ejemplifica el auge de la segunda mano. Apareció por primera vez a finales de 2013 y en tan solo dos años se ha convertido en la mejor aplicación móvil de compraventa: actualmente ya vale 220 millones de euros. Una de las claves de su éxito es que, de momento, no cobra comisiones a sus usuarios ni tiene publicidad.

El crecimiento de estas plataformas se basa en la rapidez y la comodidad, ya que el contacto es directo entre el comprador y el vendedor. Pero además juega un papel muy importante la reputación virtual. Los usuarios pueden dejar comentarios y valoraciones sobre otros consumidores de la aplicación, de esta forma se genera confianza entre el resto de compradores y sus ventas son más seguras.

Con estos gigantes comparte González los clientes. Advierte de que "a pesar de lo que pueda parecer, no les vale cualquier cosa, son muy exigentes y saben lo que quieren". Los describe en su mayoría como jóvenes que, aunque gastan poco, buscan objetos de estudio o entretenimiento de calidad.

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