"Aunque el paciente sigue teniendo la información genética del virus tiene mucha dificultad para expresarse y, desde luego, le resulta muy complejo poder hacer copias en las cuales pueden aparecer mutaciones que hagan que el virus progrese y que no se pueda controlar. Por eso hablan de curación, pero no lo es en sentido estricto", argumenta el jefe de servicio de microbiología del CHUVI, quien sí destaca que esta investigación realizada en Reino Unido abre nuevas perspectivas para los enfermos de VIH.

Con este tratamiento se alargará el tiempo de remisión del virus para estos pacientes y, previsiblemente, permitirá que se modifiquen los tratamientos que se utilizan actualmente en la clínica.

Regueiro sostiene que si este tratamiento se populariza la esperanza de vida de los enfermos podrá aumentar hasta ser similar a la de una persona que no posee el virus. "Si con los antirretrovirales actuales tienes una esperanza de vida de unos veinte o veinticinco años y la vas alargando le das al paciente VIH positivo las mismas posibilidades de vida que a uno que no lo es, porque al final todos nos morimos", apunta.

Pero este tratamiento con Vorinostat tiene unos efectos secundarios muy severos, como los de la quimioterapia ya que es uno de los fármacos que se emplea en ella. "Los citostáticos son básicamente venenos. Se utilizan para matar a las células que se dividen más rápido, las cancerígenas, pero no son inocuos. La gente que los toma está cansada, se le pueden caer el pelo y los dientes...", recuerda Regueiro.