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Más de 700 niños gallegos que empiezan cada año el colegio sufren dislexia

Los afectados reclaman una ley que cubra las necesidades especiales de los alumnos - Una madre recoge 40.000 firmas para que no se evalúen las faltas ortográficas

Esther López. // Faro

Al menos unos 750 niños de los casi 20.000 que se incorporan cada año al sistema educativo gallego tienen dislexia o diversidades afines. La intervención en los primeros años de su desarrollo es fundamental para paliar las consecuencias de esta alteración, por eso desde la Asociación Gallega de Dislexia (Agadix) hacen un llamamiento para que la ley recoja y aplique medidas que atiendan las necesidades educativas de estos alumnos.

La dislexia es una alteración en la lectura y escritura que se debe a un trastorno en el desarrollo neurológico. "No tiene cura y los que lo sufren no tienen problemas psíquicos, síquicos ni sociales", puntualiza la presidenta de la Agadix, Esther López. Entre un 8 y un 12% de la población padece este trastorno y cuatro de cada seis fracasos escolares tienen relación con él. En pocos días los alumnos volverán a las clases y muchos de ellos tendrán que enfrentarse a la incomprensión de profesores y compañeros sin ni siquiera saber que son disléxicos.

Pilar Aguado, madrileña, tiene un hijo de 15 años. "Es un chico que le gusta estudiar y quiere ir a la Universidad", cuenta por teléfono. Sin embargo, Aguado ve peligrar las posibilidades de que su hijo acceda a la educación que quiere porque en el colegio en el que estudia no recibe el apoyo adecuado para un disléxico. "Le sacan dos puntos cuando tiene faltas de ortografía y eso le baja la media". Su hijo no las comete a propósito, simplemente no distingue un texto con erratas de otro correcto. Aguado está realizando una recogida de firmas en internet para que a los disléxicos no les evalúe según las faltas de ortografía. Ya ha superado las 40.300.

La frustración es la sensación que más acompaña al hijo de Agudo. "No ve recompensado su esfuerzo, si saca un cinco y le sacas dos puntos suspense, si saca un siete se queda solo con un cinco". Un 99% de los disléxicos sufren trastornos emocionales asociados. A este madrileño tener un diagnóstico, al menos, le proporcionó algo de alivio. "Cuando todavía no sabía que le pasaba pensaba que era tonto y llegó a tener un comportamiento agresivo contra sí mismo, se pegaba porque no sabía porque no aprendía", explica Agudo. La presidenta de Agadix lamenta que la detección siga siendo escasa y que se retrase mucho en el tiempo, por eso incide en que los padres soliciten evaluaciones individuales preventivas.

El hijo de Agudo tuvo que enfrentarse ayer a uno de sus mayores obstáculos: las evaluaciones. Cuando se trata de exámenes los expertos recomienda adoptar una serie de medidas para que los disléxicos estén en igualdad de condiciones que el resto de alumnos: darles un poco más de tiempo, ayudarles a leer los enunciados o escribírselos con letra de más cuerpo o mejor aún, hacérselos de manera oral. "No hay que bajarles el nivel de exigencia, solo de adaptarlo a ellos", explica López, que subraya la "urgente necesidad de mejorar las nuevas pruebas de reválida" que recoge la ley, ya que obvian las necesidades especiales de los alumnos.

"El sistema educativo no está preparado"

  • Inmaduro, vago, lento. Estos son los calificativos que Agudo tuvo que escuchar sobre su hijo durante muchos años. "Aún cuando ya le habían diagnosticado dislexia había algún profesor que me decían que no aprendía porque había vagueado durante el curso", recuerda. Los padres lamentan que el sistema educativo no está preparado para atender a sus hijos. "Depende de si te toca un profesor empático, que quiera dedicarle un poco más de tiempo, porque solo es eso, prestarle algo más de atención", señala Agudo.En España se contempla dentro de la Legislación las Dificultades Específicas del Aprendizaje en los Artículos 71 y 72 de la Ley Orgánica de Educación. Cada Comunidad Autónoma se encarga de aplicarla; sin embargo no existe ningún sistema de control. "En la página de la Xunta existen unas recomendaciones de medidas y existe un protocolo que se debe cumplir, pero no se lleva a cabo", asegura López y puntualiza que habla con conocimiento de causa, no solo por los padres que se acercan a ala asociación, sino porque su hijo también es disléxico.

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