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Un hallazgo sin precedentes para la ciencia médica

Un corazón y 45 cerebros desafían al tiempo

Un forense gallego estudia los 46 órganos recuperados en una fosa común en Burgos

Un corazón y 45 cerebros desafían al tiempo

Ciento cuatro personas fueron fusiladas en el otoño de 1936 y enterradas en el Alto de La Pedraja (Burgos). Una suerte de coincidencias provocó que cuarenta y cinco de sus cerebros se conservasen dentro de sus cráneos ochenta años después, cuando, por fin, alguien pudo ir a rescatarlos. Uno de los cuerpos, el del individuo número catorce, que permanece sin identificar, conserva cerebro y corazón.

"Es un hallazgo absolutamente excepcional", destaca Fernando Serrulla, médico especialista en Medicina Legal y en Antropología Forense que trabaja en el Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) en Ourense. Serrulla colabora con la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que se ocupa desde el año 2000 de ayudar a las familias que buscan a desaparecidos en la Guerra Civil. En agosto de 2010, se fue a La Pedraja para ver in situ la exhumación de los cuarenta y cinco cuerpos que conservaban sus cerebros y tomó muestras del terreno.

"El caso me interesó muchísimo y le pedí a Francisco Etxeberría [presidente de Aranzadi] que me dejase profundizar en la investigación de los cerebros", explica. Dos años después, le cedieron los cerebros y el resultado del estudio de tres de ellos se ha publicado ahora en la revista Science and Justice, se trata de la colección documentada más importante de cerebros saponificados por su buen estado de conservación.

Desde entonces, estos órganos aguardan en el Hospital de Verín "envueltos en bolsas de polietireno y refrigerados" en el Hospital de Verín, donde están custodiados. "No sé qué pasará con ellos, para mí son patrimonio científico de la humanidad. Todavía habría que estudiarlos más pero para eso hace falta financiación", dice Serrulla.

El valor de esta exhumación no se queda en el hallazgo en sí, que será fruto de conocimiento para los antropólogos forenses. Han encontrado evidencias que demuestran torturas en una de las víctimas del franquismo que fue fusilada y enterrada en La Pedraja. "El cerebro del individuo número 11 tenía signos de una hemorragia en el cráneo con signos de una evolución de veinticuatro a cuarenta y ocho horas, es decir, esta persona tuvo en esas horas antes de morir un traumatismo craneoencefálico de cierta importancia y esto podría interpretarse como un indicio de tortura", argumenta Serrulla. Los delitos de tortura no prescriben, por lo tanto, esta evidencia podría ser presentada como prueba en un juicio ahora. "Esto es una novedad porque en antropología forense normalmente, si no conservas la piel, no puedes decir si la herida tiene signos de vitalidad, pero esto lo es", añade.

Estos órganos se conservaron gracias a la saponificación, un proceso de conservación natural de algunos cadáveres que se produce cuando se dan dos circunstancias: la presencia de agua y la falta de oxígeno. Cuando un cadáver se saponifica, sus grasas se convierten en jabones, y esos jabones hacen que las grasas pasen a tener un aspecto endurecido. "Este fenómeno se conoce desde el siglo XVII, en el cementerio de los Inocentes de París había muchísima agua y desenterraron a muchos niños, que tienen mucha tendencia a saponificarse. Estaban perfectamente conservados y en algunos casos hasta se podía identificar los rostros", cuenta Serrulla.

Si no se hubiera esperado ochenta años, se habrían encontrado los cuerpos de La Pedraja en buen estado. En esta fosa el terreno es arcilloso y da la casualidad de que entre julio y noviembre de 1936 fue tres veces por encima de lo normal y la fosa se convirtió en una piscina. "Se retrasó la putrefacción normal y las grasas se convirtieron en jabones, los cuerpos empezaron a pudrirse muy lentamente, por eso cuando abrimos la fosa todavía olía a putrefacción", resume.

Cuando los desenterraron, estos cerebros tenían un aspecto graso como la cera, estaban reducidos a una secta parte de su tamaño normal y pesaban entre veinticinco y cuarenta y cinco gramos, siendo lo habitual algo menos de un kilo y medio. "Eran como una esponja seca", detalla el forense. "Hicimos reproducciones en tres dimensiones de veinticinco de los cerebros porque preveíamos que se iban a deteriorar. Al final puede que los hongos acaben destruyendo todos los cerebros porque es normal. Me parecía lo más adecuado para tener modelos", explica.

Hay alrededor de unos veinte casos documentados de corazones conservados en el mundo. "No he encontrado ningún caso publicado de un corazón conservado por saponificación", señala Serrulla, que ahora estudiará otro ejemplar de tres mil años de antigüedad.

Aunque no constan registros oficiales, se estima que hay más de dos mil fosas comunes identificadas en España. Trescientas de ellas se han excavado recuperando cerca de siete mil cadáveres. Se calcula que ciento treinta mil personas fueron asesinadas por los fascistas entre 1936 y 1939.

Fernando Serrulla - Antropólogo forense

"Es un hallazgo absolutamente excepcional"

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