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Abuelito, dime tú

Anuk Steffen.

A estas alturas todos sabemos que la historia de Heidi tiene un poder de seducción inagotable desde los tiempos muy lejanos en los que la encarnó nada menos que Shirley Temple hasta la mítica serie de los años 70 que mantuvo a padres e hijos (y abuelos) pegados a la pantalla para ver las peripecias de la niña con su amigo Pedro, el perro Niebla, el abuelo primero huraño y luego encantador, la institutriz implacable y la chiquilla minusválida que se cura milagrosamente. Esta nueva adaptación (no será última, desde luego) no tiene la menor intención de salirse del camino trazado y adapta con fidelidad escrupulosa la obra original haciéndola ideal para que los niños de ahora sepan que se pueden hacer películas infantiles sin chorreo de efectos especiales y con mensaje positivo sin caer en el almibaramiento excesivo.

En ese sentido, el trabajo realista dentro de lo que cabe de Gsponer, la naturalidad de Anuk Steffen y la presencia siempre reconfortante del gran Bruno Ganz hacen de esta Heidi de escenarios bellísimos y algún que otro zasca al egoísmo y crueldad de algunos personajes en ciertos momentos consiguen que las viejas aventuras de la niña luzcan como nuevas y que incluso la peliaguda escena del "milagro" resulte creíble dentro de lo que cabe, gracias a ese estilo realista con el que el director se aproxima a la historia. En definitiva: ideal para los peques y billete para la nostalgia de los grandes.

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