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Con una sonrisa y los ojos muy abiertos

Tres familias de Vigo comparten sus vivencias con las niñas saharauis que han acogido durante este verano

Emilio Portela, Laura Pais, Safía, Cheina, Salma y Herminia López (de izq. a dcha.) en el parque de Castrelos en Vigo. // Marcos Canosa

Con una sonrisa y los ojos muy abiertos. Así pasan los días Cheina, Salma y Safía, de trece, nueve y once años, junto a las familias viguesas con las que han compartido unas vacaciones inolvidables para todos los que hayan compartido un rato con ellas.

La asociación Solidariedade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps) pasó por muchas dificultades este año para lograr traer a Galicia a los trescientos veinticinco niños y niñas que venido desde los campamentos de Tinduf, en el suroeste de Argelia, pegados a la frontera con el Sahara Occidental. Necesitaban 220.000 euros para sufragar los billetes de avión por adelantado, un gasto que suelen asumir los concellos colaboradores, como el de Vigo donde se han quedado cincuenta niños, y la ayuda de la Xunta, que asciende a unos seis mil euros, según explica Emilio Portela, vicepresidente de Sogaps. Fue la primera vez que les pidieron adelantar el dinero y consiguieron gracias a aportaciones de cientos de particulares y asociaciones de toda la Comunidad 140.000 euros, para el resto pidieron un crédito.

Los niños están en Galicia desde el 16 de julio y se marchan el próximo martes, 6 de septiembre, de vuelta con sus familias. "Cheina ya es de la familia", asegura Portela, que está "totalmente apegado" al Sahara desde hace veinte años, el tiempo que lleva acogiendo a niños y niñas en su casa en verano. Portela, empresario prejubilado de sesenta años, viaja a los campamentos todos los años y conoce a Cheina desde que nació. "Es muy espabilada, nos rompe la cabeza porque no para de hablar, todo le llama la atención, pero es buenísima", afirma. Es la quinta vez que Cheina viene a Galicia y ya habla un perfecto castellano.

"El año que viene no sé si podrá venir porque ya tendrá catorce años pero me gustaría hacerle un pasaporte para que se viniera a estudiar aquí lo que le queda de secundaria y el bachillerato por lo menos", cuenta Portela.

Cheina pesa once kilos más que cuando llegó, "y está guapísima" aclara, le encanta la comida gallega. "Es fantástica", resume Portela. Las tres niñas comparten una pasión por ir a la piscina y les encantan las fiestas populares como las de San Campio de Valladares que se celebran estos días. "A Salma le encanta la música, la llevas a las actuaciones y se queda muy atenta en primera fila. Si se pudiese quedar la metía en el conservatorio sin duda", dice Herminia López, quien destaca que esta experiencia "te abre los ojos y la mente". "Hay que vivirlo para comprender hasta qué punto es enriquecedor", sostiene.

Salma va a cumplir diez años y es la primera vez que tiene un armario para guardar sus cosas. "Está fascinada con colocarlo todo allí dentro", apunta López. Las noches eran lo más complicado al principio, le costaba irse a dormir ella sola en una habitación porque está acostumbrada a dormir en una tienda con el resto de su familia. "Ahora salgo con ella por la noche al jardín y nos tumbamos con una manta al fresco con ella, se queda dormida enseguida y después mi marido o mis hijos la tienen que coger en brazos para llevarla a su cama", explica López.

Esta también es la primera vez de Laura Pais, que con veintitrés años ha acogido a Safía. "Esto te hace crecer como persona, animo a la gente a que lo haga, porque además no es un proceso complicado, te lo ponen muy fácil en Sogaps", asegura. Salma llegó casi sin hablar español y ya se defiende bien, le fascinan cosas como el agua de la ducha y las escaleras mecánicas. "Es feliz con cualquier cosa, le compramos juguetes pero ni los sacó de la caja", cuenta. "Ahora me dice 'jo yo un poquito más en España' porque no quiere irse y da mucha pena", añade Pais, que repetiría la experiencia.

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