El cine español reciente se vuelve loco por parecerse tanto a Hollywood cuando afronta el thriller que acaba pegándose un tiro en el pie en lo que a credibilidad se refiere. Más allá de la capacidad técnica de nuestros profesionales, las historias como Secuestro tienen un recorrido muy corto porque lo que vemos está requetevisto y suena a fórmula muerta de tanto usarla.

El problema de la película no es su reparto, eficaz e incluso brillante en algunos casos, ni el engranaje visual en el que se nota el oficio de Targarona y sus gentes. No: lo que hunde la película es un guión desastroso con tantas cartas marcadas y tantos giros absurdos que, al final, el espectador se desentiende del juego.