Como no sobran las ideas nuevas, en Disney revuelven en los cajones para rescatar las antiguas. "Peter y el dragón" coge un añejo título de moderado encanto, le quita las canciones y le da cierto empaque con un reparto lustroso (Robert Redford de abuelo), buenos efectos especiales y un tono más sombrío, incluso amargo en algunos tramos.

Sin ser nada del otro mundo, este cuento de niños salvajes y dragones bonachones pero que pueden tener muy malos humos ofrece un moderado entretenimiento como una especie de cruce entre "El libro de la selva", "Tarzán" y "E.T.". Que nadie espere grandes momentos de acción porque prima el drama humano y las charlas, aunque al final haya un eficaz clímax de destrucción y un epílogo emocionante.