El aficionado se quejaba y con razón al finalizar el festejo del sábado de que el ganado carecía de una presentación digna para una corrida perteneciente al ciclo de la Peregrina 2016, sin embargo ayer todos los que hemos tenido la suerte de asistir a la tercera de feria, nos hemos encontrado con un encierro el de Torrealta magnífico. Todos los toros muy bien presentados han resultado bravos y entregados con los diestros permitiendo que la emoción y la fiesta hayan vuelto al coso de San Roque.

Al contrario del ambiente frío en la segunda de feria que se respiraba en la plaza, ayer desde el primer lance de capa con el que recibe rodilla en tierra David Fandila a su primero de nombre Maestro, la conexión con los tendidos fue inmediata. Y no digamos como subieron los decibelios de entusiasmo ante cada par de banderillas del diestro granadino. Sin duda, estamos ante la referencia indudable de lo que significa el tercio de banderillas para la fiesta, un tercio que en Pontevedra se valora y mucho y en el cual las facultades físicas que adornan a "El Fandi" hacen que el entusiasmo se apodere de los tendidos consiguiendo que jaleen su nombre.

Con la tela Fandila rodilla en tierra nuevamente comenzó a desplegar una faena valiente llena de honestidad torera donde entre las ganas que él aporta y la entrega de su contrario consiguieron mantener el entusiasmo del respetable durante toda la lidia. Una muy buena estocada le permitió cobrar las dos primeras orejas de la tarde acompañadas del clamor de una afición que le valora enormemente.

En su segundo, la intensidad y emoción tanto del tercio de banderillas como su faena de muleta continuó al mismo nivel. Chiinito el de Torrealta permitió con su comportamiento siempre bravo que El Fandi se encontrase inmenso ante su público, jaleado nuevamente por el respetable consiguió que su enemigo se creciese de menos a más permitiendo la lucidez del diestro ante los tendidos de sol, donde las peñas le devolvieron con aplausos y vítores su admiración. Aunque sufrió un aviso la estocada resultó certera con lo que fue premiado nuevamente con dos orejas. Al final de su vuelta al ruedo y en el centro, se arrodilló y besó el alvero del coso de San Roque. Gran emoción la del diestro granadino que en Pontevedra se encuentra como en su casa.

José María Manzanares desprende torería por toda su figura. Su clase, su dominio, su técnica está tan por encima de sus enemigos que viéndole torear uno piensa que este oficio es muy sencillo. Sin aparente esfuerzo permitiéndonos decir "sin despeinarse" aplicó una faena sobre su enemigo de nombre Pasajero que castigado en varas quizá excesivamente y así lo entendió el público. Despistado se refugió en los tendidos de Sol, donde las muy entendidas peñas de Pontevedra (¿para cuándo un reconocimiento de las mismas?) aplaudieron la elegancia y sutileza del torero alicantino culminada con una excelente estocada premiada con una oreja.

En su segundo, permítanme que comience por el final de su faena de muleta, una estocada quizá la más espectacular de todo el ciclo de La Peregrina, donde el abc de la suerte suprema fue desplegado por Manzanares de tal forma que debiera resultar obligatorio para los aprendices de este oficio que se denominan matador de toros. Adornado de un detalle de su cuadrilla que no pasó desapercibido, las banderillas de su tercio coloreadas con los colores de la bandera gallega, el maestro Manzanares obsequió nuevamente con una faena aparentemente tan fácil y tan llena de arte. Dos orejas que sumadas a la primera de su lote le hacían ganar la puerta grande.

Pero no todo en la tarde resultó redondo. Cayetano, hijo y nieto de ilustres toreros estuvo muy por debajo de su primer enemigo, de nombre Tibetano, el de Torrealta con 510 Kg de peso no se dejó engañar en ningún momento. El diestro no veía que pitón resultaba idóneo para desplegar su toreo, tras una muy breve brega intentó cerrar el expediente acabando con el morlaco, pero éste apretaba y mucho a la hora de matar, hasta tres pinchazos y una estocada necesitó Rivera para dar fin a su contrincante.

Pero ayer el público estaba complaciente y así desde los primeros lances de capa con su segundo contó con el aliento y disposición de los tendidos a jalear al diestro que con rodilla en tierra comenzó su faena de muleta que yendo de menos a más intensificó su conexión con las "innumerables admiradoras" que asistían al festejo. Un aviso no fue óbice para conseguir una oreja gracias a una muy valiente estocada.

En definitiva, gran sabor de boca se llevó ayer el aficionado para su casa. Manzanares y "El Fandi" por la puerta grande y el comentario de los presentes: Con toros sí hay fiesta en la plaza.