Conocidas marcas de moda han contado en los últimos años con los toreros Cayetano Rivera y José María Manzanares para sus sesiones fotográficas, sacando partido a un atractivo y un estilo del que ayer pudieron disfrutar los espectadores en la despedida de la feria taurina capitalina. Casi tan famoso como los matadores-modelos, David Fandila y su portentosa capacidad con las banderillas redondearon una tarde para disfrutar del ambiente del toro.

Y es que los toreros fueron en realidad de las pocas caras conocidas que acudieron al coso de San Roque, en una de las ferias con menos famosos que se recuerdan, excepción hecha de incondicionales como Nuria González, esposa del naviero Fernández Tapias (hasta este 2016 habitual del ciclo taurino pero al que no ha acudido este año) o el empresario y ex novio de Isabel Sartorius Gerardo Lorenzo.

Por lo demás, fueron las peñas, encarnación de la Pontevedra taurina, las grandes protagonistas y de nuevo contribuyeron decisivamente a la entrada, la mejor de la feria 2016.

Solo la Coordinadora de Peñas Taurinas movilizó más de 40 agrupaciones con un millar de peñistas, a mayores de los no federados, y el entorno de la plaza volvió a vivir todo el ambiente de las tardes de toros, con puestos de sombreros y abanicos, que finalmente no se hicieron necesarios ante la bajada de las temperaturas.

Los que si que mantuvieron toda su actualidad fueron los botas de vino y otros soportes para trasladar las bebidas, caso de los carritos como el que utilizó la peña Gin-Kas, la decana de la plaza, parra trasladar 75 litros de gin y 50 bocadillos hasta la plaza.

Las peñas también repitieron otras tradiciones ligadas a la feria como la de celebrar sus almuerzos y cenas de confraternidad, en muchos casos en las únicas jornadas del año en las que se reúnen estas agrupaciones de aficionados.

Y mientras los veteranos se encaminaban a la plaza, los más jóvenes acudían a las tiendas y supermercados para hacer acopios de bebidas con las que ambientar la cuarta y última noche de peñas.

A ella se sumaron los que todavía conservaban ganas de fiesta tras la anterior jornada de botellón, en la que cientos de jóvenes tomaron las calles en una de las escasas noches del año en la que en Pontevedra se permite beber alcohol en la calle.

Estas peñas de jóvenes hacen uso de los mismos "uniformes" informales que definen a las agrupaciones de aficionados, con camisetas, sombreros, pantalones cortos etc, si bien en vez de acudir a la plaza prefieren dirigirse a puntos del centro histórico para disfrutar de la fiesta y el encuentro con amigos.

Hosteleros y vecinos coinciden en que en este agosto las noches de peñas han tenido una menor intensidad que en anteriores ediciones e incluso que se ha incrementado la media de edad de los participantes. Así, espacios que otros años eran totalmente impracticables, como la plaza del Teucro, este año fueron menos concurridos. Lo que no cambiaron fueron los litros de calimocho consumidos, las intoxicaciones (también menos que otros años) y las ganas de fiesta.