Primero tortilla, empanada, bistec en bocadillo, mantita sobre la hierba y después "al agua patos". 750 personas, entre mayores, niños, mujeres y hombres de cuerpo deportivo y no tanto, se las ingeniaron para que las piraguas se desliasen a gran velocidad desde Caldelas de Miño a Tui, en un derroche de color y energía.

La VI Fiesta del Miño incluye música, confraternización, pero no puede celebrarse sin un elemento fundamental en Tui, el agua del Miño, ayer tranquila, y que llevó a buen puerto a los piragüistas.

Las embarcaciones surcaron en poco más de una hora el Miño engalanadas para la ocasión con todo tipo de banderas, y también sus tripulantes lo hicieron, en algunos casos con disfraces. Una fiesta popular y transformadora.

Aficionados

Para participar no era necesario ser piragüista, solo inscribirse, los niños con autorización de los padres. Poder identificarse con DNI, billete de identidad, pasaporte... fue suficiente para poder sentir la adrenalina de los piragüistas del club Kayak, que organizaron este descenso, como complemento al deportivo que se celebró desde Salvaterra.

Ana, desde el departamento de inscripciones relata la gran participación de familias enteras de Portugal: "Llegan desde Abeiro, Albufeira, Monçao...", pero también de muchos lugares de Galicia y de fuera: "Tenemos participantes de Asturias, Barcelona, Francia, Guadalajara... De todos los sitios".

Y más inscriptos podía haber. Laureano Alonso, concejal de Deportes de Tui, que también ocupó plaza en un barco (disfrazado de jamaicano), asegura que "no hay más barcos disponibles". Porque para le descenso popular fueron alquilados todas las embarcaciones que había disponibles en el sur de Pontevedra y Portugal "ya que la mayoría de los participantes no disponen de piragua".

En la salida participaron unos 350 embarcaciones, algunas con familias completas "mamá, papá, hijo e hija...". "Papá y mamá fueron el motor, otros pasajeros..." se rie uno de los participantes mientras señala a sus hijos de corta edad, orgullosos de llevar la camiseta del descenso. Y además algunas de las embarcaciones llevaban nevera. Con la tarde que estaba era necesario.

A las 12 de la mañana ya comenzó a llegar gente al parque de Caldelas de Tui. El Club Kayak disponía de todo preparado, Gabriel Campo Pavón y Ruben Millan, hace poco peleando para ir como palistas a las olimpiadas, ahora haciendo churrasco: "Tuvimos un poco de lío porque hubo aglomeración pero ahora estamos llevándolo bien, somos una gran familia, un día nos toca pelear por el primer puesto en el agua, otra vez nos toca hacer churrasco para esta fiesta que debe consolidarse".

La romería estirada en el ribera de Caldelas a las 14:00 horas tenía un aspecto extraordinario. El pulpeiro, el puesto de carne, más allá el chiringo... Y las familias enteras ya terminando de comer: "No sea que después se nos corte la digestión", explica una de las participantes. Viendo aquel aspecto de romaxe enxebre no se presagiaba que a las 4 de la tarde saldrían en estampida río abajo remando, y no quedaría casi nadie

"Esta romería tiene que crecer, tenemos que hacer la gran fiesta del Miño, con música la noche anterior, con acampada... Hay que hacer más actividades asociadas el río, tiene que ampliarse mucho más a la ciudad de Tui, tiene que existir más vinculación al Miño... " añade el concejal ilusionado

El mayor descenso popular

A las cuatro de la tarde la organización dio el pistoletazo de salida a las más de 350 piraguas ocupadas, entre alquiladas y particulares, que tiñeron el río Miño de rojo y amarillo, algunas con bandera pirata al alza incluida.

Hubo quienes, para seguir la tradición no oficial pero que poco a poco se va consolidando, pararon en la playa de las Areneras, a medio camino, para pegarse un baño y reponer fuerzas en el chiringuito de madera. Después de refrescar afrontaron el último tramo del recorrido.

A las 17:20 llegó el primer piragüista popular a Tui, y tras su paso fueron llegando poco a poco durante una hora el resto de participantes con multitud de personas esperando frente al Centro Interfederado de Tui. A la llegada aplausos, porque no había ningún premio en juego, pero muchas sonrisas del público.

De nuevo se vieron caras de agotamiento, sobre todo aquellas madres y padres que tuvieron que remar por dos, pero también rostros orgullosos por haber finalizado los 7 kilómetros que separaban la zona de salida con la meta