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Emma González: "El principal baluarte del machismo es que existen mujeres machistas"

La profesora Emma González. // Irma Collín

Emma González González es profesora de Historia Antigua y hace unos meses leyó su tesis, titulada Soportarás todos los males, donde analiza la violencia de género en el discurso religioso cristiano. González se define como una "pesimista esperanzada" en la lucha contra la violencia machista, de la que sostiene su "enorme influencia" en nuestra sociedad actual. Como referentes contra la violencia de género destaca a "cualquier mujer que en su día a día decida que no va por determinado sitio simplemente porque le educaron para ello".

-¿Qué quería demostrar con su tesis?

-El punto principal era saber la razón por la que las mujeres tienen una relación con el sufrimiento, en general de mayor aguante y resignación. Yo partía de un trabajo anterior para otras asociaciones, en las que ya había visto que los recursos religiosos tienen mucho que ver con lo que aguantan las mujeres. Pero sobre todo quería descubrir si la violencia de género es metaestable, es decir, que en ciertos periodos donde la jerarquía o la organización política necesita hacerse fuerte existen más brotes de sufrimiento de las mujeres.

-¿Y qué conclusiones principales ha obtenido?

-Pues que por un lado el sufrimiento está muy unido al discurso de género de ciertas violencias que a veces socialmente no tenemos muy en cuenta, como son la educación o el cumplir con la honra familiar. Eso es lo que hace que las personas busquen estar admitidas socialmente y puedan llegar a aceptar cosas que a priori no estarías de acuerdo.

-¿Qué época ha estudiado?

-En mi caso los siglos del II al IV. Es un punto de inflexión cuando el cristianismo pasa de ser una secta a ser la religión oficial. En la emergencia del cristianismo, los obispados, posicionados como red de jerarquía, son los que realmente van organizando ciertos discursos y apartando a las mujeres de algunos papeles sociales.

-¿Vivimos en una sociedad machista?

-Sí, evidentemente. Se nota en todo. A las mujeres todavía nos cuesta participar en los pactos sociales y políticos, nos siguen tratando como un colectivo, y eso querría decir que somos un grupo social más o menos prescindible, cuando en realidad somos la mayoría de la población.

-¿Qué relación guarda en la actualidad la Iglesia con la violencia de género?

-Tiene una relación con la moral ya que, seamos creyentes o no, es una moral de poso cristiano, y une amar infinitamente con el aguantar infinitamente. Eso se ha predicado desde el siglo primero; en esas épocas se dan frases tan potentes como "no quiero que halles gloria, sino temor". En la actualidad eso continúa.

-¿Y qué tiene que ver el lenguaje que utilizamos con la violencia de género?

-El lenguaje genera identidades, y las mujeres a lo largo de la historia hemos tenido muchos silencios. Parece que no hemos tenido historia, que no tenemos política ni nada. Incluso el propio concepto de reproducción se asemeja a algo como un proceso mecánico: como poner un huevo. Las mujeres han sido devaluadas históricamente en todos los ámbitos, y así seguimos.

-¿Hay mujeres machistas?

-Sí, es el principal baluarte del machismo. La violencia de género más efectiva es aquella que no se inflige, la que no se llega a ejercer, pero está ahí de manera muy presente. Eso se puede dar porque ha existido una modulación de quienes son dominados para que crean en el discurso emergente.

-¿Y qué pasa con el maltrato psicológico?

-Precisamente mi tesis quería demostrar que hay ciertos recursos que no vemos, lo que se denomina la violencia invisible. Educamos a las chicas para que se preocupen de no ser violadas y no a los chicos para que no violen.

-¿Cuál es el principal arma que existe para luchar contra la violencia de género?

-La educación y las generaciones venideras, porque las mujeres han sido las principales educadoras en el machismo.

-¿Tuvo problemas con la Iglesia para consultar fuentes?

-No, la verdad es que he podido acceder bien a las fuentes. Alguna discusión sí que me ha originado. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad que todavía es patriarcal, en la que las religiones monoteístas son fundamentalistas para según que tipo de tema y la violencia de género, unida a una educación cristiana o católica, siempre despierta alguna respuesta.

-¿Qué fue lo que más le chocó mientras hacía la tesis?

-Que cambiara tan poco el panorama en todos estos siglos. Hay indicadores de épocas pasadas que se siguen repitiendo en la actualidad. Los discursos son los que son y los resortes de género han cambiado poco. A pesar de las libertades, las masculinidades normativas siguen valorando la hombría y las feminidades se siguen articulando en cuanto a instintos maternales.

-¿Las generaciones que vengan en el futuro acabarán con la discriminación de género?

-Soy una pesimista esperanzada y hay cambios que se están logrando, pero veo el panorama muy negro. Los cambios que se dan en general son instrumentales; educativamente no los hay. Este año, en un taller que impartí, el 95% de las chicas decían que un chico que las quiere bien es aquel que las saca del brazo en la discoteca.

-¿Está a favor de las listas obligatorias por cuotas de mujeres?

-Las políticas de visibilidad pueden llegar a ser positivas, pero si se explica bien que tienen que ser de transición, nunca para siempre. Lo interesante sería que no se cuestionara que debe haber mujeres en todas las estructuras, que para algo somos mayoría de población.

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