"Son personas muy discretas. A mediodía reservaron mesa para seis en la terraza a nombre de un particular. Llegaron sobre las tres y ni siquiera el camarero que los atendía se percató de que se trataba de un comensal ilustre", reconocía Xulio Laiseca, gerente de A Centoleira, poco después de que Amancio Ortega y sus acompañantes abandonaran el local, pasadas las cuatro y media de la tarde, para tomar la embarcación neumática que los llevaría de nuevo a bordo del Valoria, su yate con base en el puerto de Sanxenxo en el que sale habitualmente a navegar con su mujer, Flora Marcote, e hijos por aguas de la ría de Aldán. Allí suele fondear algunos fines de semana frente a la playa de Arneles y la antigua conservera de Ameixide, aunque no es tan habitual que eche pie a tierra.

A Ortega y su séquito le gusta comer bien, pero sin estridencias. Optaron por especialidades de la casa, como empanada de maíz con zamburiñas, nécoras de la ría, arroz con bogavante y, de postre, otro homenaje a la tierra de acogida con la "torta de Beluso", versión autóctona de la torta escocesa de manzana y almendra. Un menú que también encargaron para la tripulación del Valoria, fondeado discretamente detrás del espigón, en Punta da Roiba. "Se llevaron la comida y luego regresaron con la vajilla. Personas muy distinguidas, muy discretas y muy amables", recalcan desde el restaurante que los atendió, aunque eluden dar cifras del montante de la degustación y, por supuesto, de la propina.

"Como si se tratara de un cliente más comprando en Zara en época de rebajas", bromeaba ayer una de las clientas que compartió terraza con el magnate y sus acompañantes, aunque insistía en que, por sus aspectos de "gente normal" no los habría reconocido "si no es por el rebumbio" de otros veraneantes que especulaban con esa posibilidad. Redunda en la "humildad e intención de pasar desapercibido" del empresario, el segundo hombre más rico del mundo y el más adinerado de España que, al contrario de otros millonarios, no se prodiga en festejos multitudinarios ni acostumbra a rodearse de celebridades. "Amancio es un hombre familiar que está a gusto en tierras gallegas", describen quienes lo conocen.

La ría de Aldán y la hostelería de Beluso son habituales destinatarios de personalidades relevantes. En verano de 2014 fue el rey Felipe VI quien se acercó al mismo restaurante a recoger la comida que le prepararon en el 25 aniversario de su promoción de guardamarinas.