Malas madres es la típica película que, a poco que sus responsables se hubieran esforzado un poco más, sería mucho más interesante y perdurable en la memoria. Pero las intenciones en principio políticamente incorrectas de mostrar el mundo de la maternidad (y la enseñanza, de paso) con mala uva se van diluyendo poco a poco hasta que los cuchillos vuelven a su lugar y todo vuelve a la normalidad con un mensaje de lo más rancio.
Como comedia ofrece una mezcla muy irregular de buenos golpes bajos (los que tienen como objetivo a las asociaciones de padres tienen gracia) con otros que no dejan de ser gamberradas previsibles y salpicadas de zafiedad poco trabajada. Un entretenimiento moderado que a los espectadores masculinos les puede irritar.
