Con la llegada del verano y de las vacaciones muchas familias buscan una solución residencial para los mayores que viven a su cargo, y desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) han alertado del riesgo médico que puede suponer el cambio de hogar, porque puede dar lugar a problemas de adaptación, desarraigo y desorientación en el conocido como 'abuelo golondrina'.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se estima que el 0,6 por ciento de las personas mayores dependientes rota de domicilio con frecuencia y el 2,8 por ciento cambia la casa de un hijo por la de otro al menos una vez al año, sobre todo en vacaciones.

El cambio de domicilio puede suponer un cambio de médicos y otros profesionales sanitarios que lleven el seguimiento del anciano, lo que dificulta su control y tratamiento. Además, perder el contacto con su médico e ir de consulta en consulta provoca ansiedad, depresión y disminuye el nivel de satisfacción de la persona mayor.