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Peligros de un compuesto de uso diario

Vinculan una sustancia química común en plásticos y latas con la diabetes tipo 2

Científicos españoles prueban en el laboratorio los efectos del Bisfenol A en el organismo y lo relacionan con el desarrollo de obesidad, diabetes y con la pubertad precoz

Manuel Pombo | Profesor ´ad honorem´ de Medicina (USC): "Este compuesto afecta en mayor medida a niños pequeños y bebés"

Los investigadores del Departamento de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante, Juan Martínez-Pinna y Sergi Soriano, junto a Ángel Nadal, catedrático de Fisiología de la Universidad Miguel Hernández de Elche, llevan tiempo estudiando en el laboratorio el compuesto químico conocido como Bisfenol A y, en una investigación que han hecho pública esta semana, advierten de como la "excesiva exposición" a este producto puede "incrementar el riesgo" de desarrollar diabetes tipo 2.

Este equipo realizó un estudio utilizando la célula beta del páncreas endocrino como modelo, la encargada de producir insulina y, por lo tanto, regular la glucosa en sangre. Constataron que "la secreción de la insulina se altera cuando se incuban esas células con dosis relevantes de Bisfenol A, dosis que podrían hallarse en la sangre y en los fluidos de cualquier persona que viva en una sociedad desarrollada".

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya habla de una "epidemia de diabetes" y este compuesto químico, unido a un estilo de vida sedentario y a dietas ricas en calorías, puede ser uno de los causantes de su incesante aumento. La OMS calcula que casi 200 millones de personas padece diabetes tipo 2 en el mundo, una cifra que presagian que podría duplicarse para el año 2030 debido también a la prevalencia de la obesidad.

Manuel Pombo Arias, profesor ad honorem de la Facultade de Medicina de la Universidade de Santiago (USC), quien recientemente ha publicado un capítulo llamado Disruptores endocrinos en un libro con colaboraciones de otros facultativos en México, es un gran conocedor de este campo y le ha seguido la pista al Bisfenol A como pediatra y endocrino.

Pombo explica que estos disruptores o perturbadores endocrinos son toda una serie de substancias, unas naturales y otras artificiales, que intervienen alterando la producción hormonal por diferentes mecanismos. "La soja, que tanto se consume, tiene un disruptor natural que se llama genisteína y tiene una acción estrogénica", añade.

El problema de estas sustancias químicas o naturales que afectan a nuestro sistema endocrino es que perduran mucho en el tiempo una vez que entran en el organismo y, además, tienen tendencia a bioacumularse, es decir, que sus efectos se suman. "Un ejemplo clásico de disruptor endocrino es el DDT, un insecticida que se utilizó mucho para sulfatar las plantaciones de patatas y que hace años que está prohibido, pero si ahora a mí me analizan la sangre seguro que todavía aparece", apunta Pombo.

El Bisfenol A, conocido por sus siglas en inglés como BPA, constituye uno de los agentes químicos de mayor abundancia entre los productos comercializados en la actualidad. Está presente en todo tipo de plásticos (incluyendo los táper), latas de bebidas y de conservas, cremas, disolventes industriales, pesticidas, tuberías de aire acondicionado... incluso en el papel de los recibos de compra.

Se sabe que los plásticos reutilizados con frecuencia liberan más BPA, de ahí vienen las alertas para no rellenar infinitamente las botellas de plástico. Pombo asegura que la Unión Europea logró en 2011 paralizar la venta de biberones fabricados con esta sustancia. Tampoco la contienen, en principio, las botellas de agua que se comercializan en la actualidad.

El BPA, según detalla Pombo, se relaciona con la pubertad precoz, con efectos feminizantes debido a su acción estrogénica; con alteraciones de enzimas hepáticas y enfermedades cardiovasculares. "Estimula la formación de adipocitos, así que está vinculado a la obesidad y por consiguiente, a la diabetes tipo 2", dice.

"La investigación afianza más los supuestos de que este compuesto afecte en mayor medida a los niños pequeños y a los bebés, tanto mientras están en el vientre como durante el periodo de lactancia, por eso la UE prohibió su uso en biberones y se recomienda a las embarazadas que no consuman alimentos envasados", sostiene Pombo, que matiza que tampoco hay que alarmarse ya que se seguirá investigando.

Para minimizar la exposición al Bisfenol A, sugieren los investigadores de este estudio, "un primer paso es volver a utilizar los envases de cristal y no incluir en nuestra dieta comida precocinada que directamente, con el envase, se calienta en el microondas".

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