El científico gallego Miguel Refojo falleció el 14 de julio de 2016 a los 88 años en Wellesley, cerca de Boston, Massachusetts (Estados Unidos). En nuestro entorno, es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Santiago de Compostela y Miembro de la Real Academia de Farmacia y cuenta con números premios, reconocimientos y menciones de las Academias y Sociedades Científicas en numerosos países. Sus trabajos de investigación, refrendados con cientos de publicaciones, libros y patentes se han trasladado a la industria con productos como lentes de contacto, polímeros y siliconas para la cirugía del desprendimiento de retina, sustitutos del humor vítreo, formulaciones para vehiculación de fármacos y sistemas diagnósticos para caracterizar la lágrima.

Miguel Fernández Refojo fue un químico rodeado de oftalmólogos. Al acabar su doctorado en la Universidad de Santiago de Compostela en 1959, se fue a investigar a la Universidad de Yale y tras una estancia corta en Canadá se incorporó a investigar en oftalmología en el Eye Research Institute de la Universidad de Harvard donde se jubiló tras más de 40 años de actividad profesional. Durante todo este tiempo obtuvo proyectos de investigación competitivos que generaban los fondos para su actividad y la de su equipo. En su laboratorio se formaron científicos de todo el mundo y con los estudiantes españoles se comportaba además como refugio y guía, nuestro embajador, en los tiempos de especialización fuera de "casa" donde siembre estaba pendiente de los más mínimos detalles o necesidades. En un ambiente muy competitivo donde todo el mundo está muy ocupado porque el "tiempo es oro", Miguel siempre hacía lo imposible para comer con un estudiante, presentarlo a otros grupos de investigación o llevarle y traerle a su casa después de invitarle a comer en el Día de Acción de Gracias. Sólo en España sus alumnos, "Fellows" y profesionales que hicieron estancias en su laboratorio son ahora profesores de las Universidades de Santiago de Compostela, Valladolid, País Vasco, Zaragoza, Valencia y Oviedo.

A pesar de tantos años fuera de España conservaba su acento gallego, de Santiago, que le delataba nada más iniciar una conversación en inglés o en español. Estaba muy orgulloso de su tierra y volvía a España cada año donde está su familia, muy conocida por sus actividades profesionales en la capital gallega.

Miguel ha estado hasta el último momento cuidado por su mujer Svetlana y muy cerca sus hijos Carla y Mike, su nuera Christy y sus cuatro nietos Jake, Meme, John y Sophi.

Además de la familia, queda huérfana la investigación oftalmológica, sus alumnos y sus amigos. Descanse en paz un buen hombre, un gallego ilustre, un gran investigador en oftalmología, un maestro y amigo de sus alumnos: Dejo en los versos de Manuel Curros Enriquez la despedida:

Por estos povos d´aquí

quérenche tanto, meu vello,

que dende que faltas ti,

nadie baila nin se ri

nin hai gaita no concello

*Profesor Titular de Oftalmología de la Universidad de Oviedo. Director del Instituto Universitario Fernández-Vega.