La bola de fuego, visible a las 23:06 horas, pudo ser grabada, además, por los detectores que la Universidad de Huelva opera en varios puntos del país: Sevilla, Huelva, el Observatorio de Sierra Nevada (Granada) y el Observatorio de Calar Alto (Almería).

Estos detectores trabajan en el marco del proyecto SMART, cuya finalidad es monitorizar continuamente el cielo con el fin de registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.

Los datos recogidos por estos detectores han sido analizados por el profesor José María Madiedo, investigador principal del proyecto SMART.

Su estudio ha permitido determinar que la bola de fuego sobrevoló el norte de África y que ésta se produjo como consecuencia del impacto contra la atmósfera de una roca a una velocidad de unos 95.000 kilómetros por hora.

Se ha podido establecer además que esta roca era un fragmento desprendido del cometa 169P/NEAT.

El choque con la atmósfera elevó rápidamente la temperatura de dicha roca y se inició así la bola de fuego a una altitud de unos 107 kilómetros sobre Marruecos.

El fenómeno avanzó entonces en dirección noroeste, alcanzando una altura final de unos 74 kilómetros, hasta que en ese punto la roca quedó totalmente destruida, sin que ningún fragmento alcanzase el suelo en forma de meteoritos.

Los fragmentos desprendidos del cometa 169P/NEAT producen la lluvia de estrellas conocida como "alfa-Capricórnidas", que se encuentra activa desde principios de julio hasta mediados de agosto.

Esta lluvia de estrellas suele llevar asociadas bolas de fuego muy brillantes, como la observada este pasado 8 de julio.

El análisis de esas bolas permite a los astrónomos determinar las propiedades físicas y la composición química de este cometa.