Sabucedo tuvo que colgar en el primer curro de la temporada el cartel de no hay entradas. En torno a 1.500 personas lograron un lugar en el graderío del Campo do Medio para presenciar el primer encuentro del año sobre la arena, una danza que hombre y caballo llevan escenificando desde hace 500 años en la parroquia de A Estrada más internacional.

Un año más, fueron muchos los que tuvieron que quedarse fuera por no conseguir entrada. Quienes no adquirieron su acceso de forma anticipada a través de la página web de la asociación Rapa das Bestas trataron de hacerlo en la taquilla del curro. El deseo de presenciar el espectáculo llevó a muchos a formar cola desde las 16.00 horas, conscientes de que la taquilla no se abriría hasta las 18.00. Cuando se completaron los 1.500 entradas vendidas se colgó el cartel, al objeto de evitar situaciones como las registradas el año pasado, cuando algunos espectadores tuvieron que presenciar el curro de pie.

Comenzaron puntuales. Los protagonistas de esta fiesta no se hicieron esperar, una muestra de respeto a quienes aguardaban su llegada bajo el sol. Los caballos fueron entrando en el curro en tres tandas, hasta que los expertos de Sabucedo consideraron adecuado el número de animales presentes en el recinto. Este se sitúa habitualmente en los 250 ejemplares, por una cuestión de seguridad tanto para los aloitadores como para los caballos, además de para garantizar que el ritual de la rapa pueda desarrollarse con la mayor comodidad posible. En el caso de este primer curro, la organización calculó que pisaron la arena 200 équidos, saliendo rapados de este primer encuentro una treintena.

Como marca la tradición, los primeros en iniciar los trabajos del curro fueron los más pequeños de Sabucedo, encargados de separar a los potros o "bichiños" y conducirlos hasta un recinto anexo. Al filo de las 19.30 horas el público estalló en vítores y aplausos con el saber hacer de los aloitadores y el primer ejemplar rapado.

Los caballos dieron muestras de vitalidad y espíritu salvaje. Los aloitadores no se quedaron atrás e hicieron gala de su coraje. Aunque algún ejemplar amenazó con salir airoso y con sus crines intactas, los de Sabucedo no arrojaron la toalla. Es la de esta parroquia una lucha cuerpo a cuerpo, un atributo que la singulariza y la hace única. Lo único que opera sobre la arena es el respeto mutuo y mucha camaradería. Esta última se escenificó a través de la colaboración entre los aloitadores y de diversas muestras de cariño y compañerismo.