Estudiar Biología, y hacer en estos momentos su tesis doctoral, fue para Marta la primera prueba de la diversidad natural. Si la había en los animales, ¿por qué no también en los humanos? Nacida en el País Vasco hace 27 años, Marta comenzó a sentir en la adolescencia que no le interesaban las típicas conversaciones sobre chicos, pero no fue hasta la universidad cuando asumió que aquellas diferencias eran más que una cuestión de la adolescencia. "Seguía viendo que había diferencias con mis compañeras, que de novietes daban el paso a relaciones estables y parejas serias y yo seguía sin comprender nada todo aquello. Empecé a plantearme si no sería yo entonces la diferente y que ese desinterés por el sexo era algo asentado en mí y que no iba a cambiar", explica. Comenzó a hacerse preguntas y terminó topando con el término de asexualidad, que encajó perfectamente en su confusión.

"Lo he vivido de forma natural y tranquila. Al estudiar Biología, el concepto de diversidad natural lo tenía muy inculcado, por lo que antes de encontrar la palabra específica de asexualidad ya asumía que mi situación podía ser un caso más dentro de la amplitud del espectro. Poco frecuente pero que no se excluyera de la diversidad posible viendo el interés sexual como un gradiente. Que lo mismo que podía haber gente muy salida, de estar todo el día pensando en sexo, lo mismo podía haber personas que fueran todo lo contrario. Porque yo tenía claro que me sentía bien así y que no lo vivía como un problema o una angustia. Encontrar después la asexualidad fue constatar que efectivamente no había ningún problema", describe la joven, que actualmente trabaja desde AVENes para dar visibilidad a la asexualidad.

Tras contárselo a sus padres - "que se lo tomaron con respeto y comprensión, lo que es muy de agradecer y por lo que me siento muy afortunada"- fue abriéndose a sus amigos de manera selectiva. "Se lo digo a personas que asumo que lo van a entender; la incomprensión social está ahí y yo por ahora evito darme deliberadamente de cabezazos contra el muro", advierte.

Además de asexual, Marta se considera arromántica, "es decir, que no siento atracción romántica, por lo que las cuestiones de enamoramiento, convivencia exclusiva en pareja de forma apegada me resultan ajenas. Hasta el momento no tengo interés por una pareja romántica, no siento esa necesidad, por lo que tampoco la he tenido. Mi idea de relación va más hacia una red de conocidos, amigos y familiares que dé soporte y cubra mis necesidades emocionales. Todo ello sin necesidad de focalizar en alguien en concreto", explica.

Marta siente la asexualidad como algo intrínseco, no como una orientación pasajera. "En mi caso siento que mi asexualidad es bastante clara. No creo que esté en un caso de demisexualidad, donde tras una conexión emocional con alguien pueda aparecer la atracción sexual. No es rechazo o negar algo, simplemente no hay interés por el sexo." Aunque puede haber excepciones, Marta destaca que "cuando uno se identifica con una orientación sexual lo suele tener claro. Un heterosexual sabe que le atrae sexualmente el sexo opuesto y casi ni se plantea que un día 'cambie', le deje gustar el sexo opuesto y se empiece a interesar el mismo sexo. Con la asexualidad creo que es lo mismo", define.