Este verano, Emilio Puime y Noel de Dios cambiarán la playa por la cooperación y enseñarán música a los niños de la calle de Iganga, ciudad situada al norte de la capital ugandesa de Kampala. Además de sus maletas, estos dos estudiantes del Conservatorio Superior de Música de Vigo quieren llevar ropa, mantas e instrumentos a estos pequeños. Para ello, han organizado varios conciertos solidarios en Vigo, Ribadavia y Arcade en pro del proyecto-escuela "Iganga Community Brass Band" que dirige el compositor y director de orquesta ugandés John Susi Mpandi. El primero de estos conciertos será el que ofrecerá la Unión Musical de Cabral el próximo domingo día 19 en la AVCD Cabral. Los interesados en colaborar con esta iniciativa podrán traer ropa, mantas y material musical, así como hacer una donación para costear su envío.

"Nos interesa especialmente ropa de niño. En Uganda es muy raro ver a un niño bien vestido. A los adultos sí porque ahorran para comprase ropa, que cuidan para que les dure años, pero el niño crece y corre, y la desgasta o la rompe", explica el trombonista Emilio Puime. Las mantas también son un artículo de gran valor allí, ya que para muchas familias ugandesas son su único colchón, recuerda este voluntario, estudiante de etnomusicología.

Puime ya estuvo el pasado verano colaborando con este proyecto, cuyo objetivo es brindar a los chavales sin recursos una alternativa musical que contribuya a su educación, y la experiencia fue para él tan enriquecedora que además de repetir, se lleva consigo a uno de sus compañeros de estudios, Noel de Dios, percusionista. También él conoció este proyecto a través de otros dos voluntarios, Basilio Camiña Ucha y Myriam Portela Varela, que estuvieron en la escuela en 2014.

Una de las cosas que más le sorprendió a Puime es el deseo de aprender de estos niños y su capacidad de trabajo. "Allí todo el mundo quiere aprender porque todos conocen a alguien que estudiando ha sido capaz de salir de esa vida", explica Puime. Pero acceder a una buena educación no es fácil en Uganda. Facilitarles el acceso a estos niños a través de la música es una de las metas de esta escuela, en la que además viven seis menores sin familia. Este centro se autofinancia a través de los conciertos que ofrece la Brass Band, la banda de música que forman sus pequeños alumnos.

Las clases se imparten en el exterior, en el patio, ya que la escuela está formada por una sala pequeña y tres habitaciones. La sencillez de la vida allí es otro aspecto que fascinó a este voluntario vigués de 27 años. "La gente es feliz con lo poco que tiene. Si ese día tienen para comer, ya es feliz. No necesitan más", explica.

El proyecto que gestiona John Susi Mpandi enseña persusión y viento a niños de distintas edades. Todos los instrumentos pertenecen a la escuela, ya que sus alumnos no se pueden permitir tener su propio instrumento. "Por esto es importante llevar material musical, porque con un instrumento aprenden dos o tres niños", explica Puime. Pero este proyecto no solo tiene esta vertiente cultural. Puime añade que esta escuela contribuye a que se mantenga la tolerancia religiosa en una ciudad de mayoría musulmana y además ayuda a dinamizar la zona.