Leila Nachawati Rego es mitad siria, por parte de padre, y mitad gallega, por parte de madre. Esa mezcla le ha llevado a crecer con dos miradas diferentes. Por eso es una de las grandes voces autorizadas sobre la revolución en Siria. Profesora de Comunicación en la Universidad Carlos III y especialista en Oriente Medio, hoy presenta en Santiago (hotel Araguaney, 19.30 horas) su primera novela, "Cuando la revolución termine", en la que recrea los acontecimientos vividos en Siria desde la primavera árabe.

-Sé que es una pregunta complicada, pero ¿puede resumir qué es lo que sucede en Siria?

-¿Te parece a ti que es una pregunta que se puede contestar en un minuto? Es broma. Es broma. Después de 50 años de dictadura hubo gente que salió a la calle para decir "basta, hasta aquí" y el Gobierno de Bashar al Asad reaccionó bombardeando a manifestantes pacíficos. Lo que al principio fue querer un cambio, terminó siendo "queremos que caiga este régimen criminal que reacciona así" y cuanto más salía la gente a la calle más encarnizada era la respuesta del régimen.

-Y la población respondió.

-¿Qué pasa cuando durante seis meses torturas y matas a manifestantes pacíficos? Que la gente se radicaliza y decide tomar las armas para protegerse.

-¿Y el resto de países?

-El conflicto después ha sido contaminado de agendas de otros países que lejos de querer derechos humanos cada uno quería avanzar su agenda. Por un lado, Irán y Rusia apoyando al régimen de Bashar al Asad para que no caiga porque tienen intereses en la región. Y por otro, otras potencias como Arabia Saudí apoyando a grupos contra Bashar al Asad que no necesariamente son los que representan legítimamente las reivindicaciones del pueblo sirio.

-Y por último, el Daesh

-Y ahora hemos llegado a un punto que de tanta impunidad, violencia y caos se ha conseguido despertar al extremismo más terrible que es del Daesh que solo florece en contextos de impunidad absoluta. ISIS es la consecuencia, no la causa, de la impunidad desatada en Irak por la ocupación estadounidense y de la impunidad desatada por Bashar al Asad en Siria. Con unos gobiernos fuertes, democráticos y representativos no surge una criatura como Daesh.

-Le da mucha importancia a la primavera árabe, ahí arranca su novela, pero ¿realmente sirvió para algo cuando vemos la situación en la que está Siria?

-Es un poco una pregunta trampa.

-Ya sabe cómo somos los periodistas.

-Esa es la pregunta que trato de responder en la novela. No creo que sea justo evaluar la legitimidad de un movimiento de protesta en función de los resultados. ¿Alguien puede decir que la lucha en España para mantener el Gobierno de la República contra el fascismo no era legítima? ¿Valoramos las cosas en función de si triunfan o fracasan?

-Usted sabe que vivimos en un mundo resultadista y que la historia la escriben los vencedores.

-Ya, pero si de algo pecamos fue de pensar que podíamos ganar a una gente que no entiende más que el lenguaje de la violencia.

-Me ha llamado la atención que para explicar el conflicto de Siria haya optado por un género como es la novela en el que a veces no se sabe lo que es realidad y lo que es ficción.

-Siria es el conflicto más mediatizado de la historia. Pero tiene la paradoja de que también es el menos comprendido. Creí que una novela contribuiría a provocar esa empatía con todo lo que está pasando en Siria. No hace falta inventar nada porque la historia es tan tremenda que solo hace falta darle un poco de forma.

-Usted es mitad siria, mitad gallega...

-Crecí entre Santiago y Damasco. Imagínate a una gallega de una aldea de Teo, como era mi madre, de repente en Damasco en los años ochenta en la época más oscura de Siria, en donde no había nada. Imagínate lo que es la melancolía gallega en Damasco. Crecí oyendo a mi madre cantar canciones de morriña, de recuerdos de la Galicia que dejó. Después de cuatro años en Damasco, para mi madre era tremendamente duro y volvimos. Crecí con esas dos culturas tan diferentes y con esas dos miradas tan diferentes.

-Como tiene esas dos miradas distintas y al principio de la entrevista le pedí que resumiese qué es lo que sucede en Siria, al final le pregunto qué es necesario para acabar con el conflicto.

-Que las grandes potencias dejen sus intereses a un lado y piensen en lo que deseen los sirios.

-Pero eso es muy complicado.

-Cierto, pero entonces ¿cómo acabas con un conflicto en el que Siria ya no es de los sirios? Ahora mismo Siria es principalmente rusa. La principal responsabilidad de la destrucción de Siria es de Rusia. Mientras Rusia siga protegiendo a un régimen genocida no pierden los sirios, perdemos todos. Mientras a Rusia no se le convenza de que tiene que caer el régimen sirio para luego luchar contra ISIS por tierra no hay nada que hacer.