-¿Su máximo sueño es conseguir una Estrella Michelín para el Marina (su restaurante de cocina de autor en Shanghái)?

-Una Estrella Michelín en el Marina es muy complicado, por el local en sí. Lleva abierto once años y nosotros simplemente lo cogimos para darle un lavado de cara. Me gustaría que Alma (franquicia de cocina española) triunfase. Pero realmente mi sueño sería tener un pequeño restaurante para pocas personas y cocinar, como quien dice, para mis amigos sin presiones. Sí, eso sí que sería un sueño.

-Su abuela le metió el gusanillo de cocinar.

-Sí, bueno, más que mi abuela fue el cuchillo el que me metió el gusanillo. Yo veía de pequeño el cuchillo encima de la mesa y me parecía una espada de Excalibur. No es que describa a mi abuela como gran cocinera pero ella hacía diez platos y estaban espectaculares. No tenía un repertorio muy amplio. Sus frijoles negros con chorizo y sus lentejas a la marinera me dejaron muy marcado. Mi madre también me metió el gusanillo por hacer cosas nuevas.

-En estos últimos años, restaurantes gallegos están obteniendo los mayores reconocimientos de la historia.

-Sigo en contacto a través de Facebook con colegas considerados ahora grandes chefs gallegos y me alegro un montón por ellos de que, por fin, tenan su reconocimiento. Hay un productazo impresionante en Galicia, ya era hora de que la gente se diese cuenta. A mí, si algún día, alguien me dice "oye, vamos a abrir un restaurante en Galicia", me apetecería por la variedad y la riqueza. Es como meter a un niño en Toys r us y le dices: anda, juega con lo que quieras.