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Josep Mª Fericgla: "No sabemos amar; confundimos amor con dependencia"

"El amor hay que entenderlo como una energía unitiva y como una forma de conducta relacional basada en el reconocimiento del otro. Y el odio es su antítesis", afirmó

El antropólogo Josep María Fericgla (dcha.) y el psicólogo Carlos Velasco, ayer. // Adrián Irago

"Las palabras amar y amor son las más usadas pero no sabemos amar", afirmó el doctor en Antropología cultural Josep María Fericgla y director de la fundación con el mismo nombre dedicada al estudio de la conciencia, en la conferencia-coloquio "El amor y el odio en diferentes culturas" que impartió ayer en el Club Faro. "Lo que falta hoy es amor, que confundimos con un montón de dependencias afectivas a las que llamamos amor", afirmó. En este sentido añadió: "El amor debe liberar, pero no los libera, sino todo lo contrario, nos atrapa y esto es porque lo confundimos con búsqueda de compañía para tolerar la soledad y con la dependencia afectiva".

Aún así, aseguró que merece la pena dar el valor que tiene al amor. Fericgla, licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona y exprofesor de varias universidades españolas, fue presentado por el psicólogo y psicoterapeuta Carlos Velasco, que dijo del amor: "Es el pegamento universal que lo une todo".

El etnospsicólogo y especialista en Antropología cognitiva aseguró que para entender qué son el amor y el odio hay que plantearse algunas preguntas básicas como ¿El amor es un sentimiento, una emoción? ¿Es lo mismo amor que enamoramiento? ¿En todas las culturas el amor y el odio se expresan de la misma manera? ¿La experiencia de amar y odiar tiene la misma profundidad y sentido en todas las épocas históricas?

Para Fericgla, el amor y el odio no son emociones ni sentimientos, sino una forma de relación entre personas y entre la persona con los animales y las cosas, a los que el ser humano a puesto distintos nombres a lo largo de la historia y ha experimentado también de distinta manera. En este sentido, explicó que el significado de amar tiene dos vertientes. Por un lado, una energética, es decir, el amor es una energía unitiva, dijo, que une a las personas, y por otra, una vertiente sociobiológica, a la que Fericgla regresó en varias ocasiones durante su intervención.

"Yo entiendo el amor como una forma de conducta relacional basada en el reconocimiento del otro hasta tal punto de reconocerme a mí mismo a través de esa relación. Y esto es un concepto universal", sostuvo. Pero para que esto sea posible, es decir, para que exista verdadero amor, más allá de dependencias emocionales u otros sentimientos no liberadores, el individuo tiene que aprender a ver al otro sin proyectar sobre él su mundo interior. "Solo de esta forma dejaré espacio a la otra persona para que sea ella misma, sin que tenga que esforzarse en cumplir las expectativas que supone que tengo de ella", relató. Otra cosa distinta son los sentimientos que provoque el amor a cada persona, algo que está claramente influenciado por la cultura.

La antítesis al amor es el odio, una conducta relacional muy relacionada con el miedo, unas de las siete reacciones del ser humano, según Fericgla. En este sentido, explicó que mientras se ama no puede haber lucha de poder sobre otro ser, es decir, no puede haber odio.

Para Fericgla, el miedo es el mayor problema del ser humano. "El miedo es lo que nos impide desarrollarnos y no es otra cosa que la lucha por el poder que hemos perdido en una o más ocasiones, ya sea dentro de la pareja, de la familia, en la política...", argumentó. En su opinión, si hay amor desaparece el odio, y viceversa.

Y dentro de los miedos del ser humano está el miedo amar. "Cuando uno pierde el miedo a amar pierde en interés por el poder", insistió.

Fericgla también expuso brevemente las siete respuestas emocionales que, según él, tiene el ser humano ante los estímulos, y que van apareciendo a medida que vamos desarrollando: gozo y rabia, las dos únicas reacciones que mostramos al nacer; el miedo, que ya aparece a los dos años; la tristeza; el asombro, que se manifiesta entre los 4 y 5 años y que se va perdiendo en la edad adulta; el orgasmo y el éxtasis religioso, que solo alcanzan algunos seres humanos. "A medida que esta reacciones van pasando por la conciencia las vamos convirtiendo en sentimientos y los sentimientos ya no son universales, sino culturales", añadió. Y según la carga cultural del individuo, este reacciona ante el amor como estímulo. "El amor no es un sentimiento, sino, como dije antes, una forma de relacionarnos que, como estímulo, ocasiona una reacción emocional", insistió el especialista catalán, que añadió que a la herencia cultural se debe, por ejemplo, que los gallegos sientan "morriña" y los catalanes no, por ejemplo.

"Nuestra cultura tiene un concepto pobre, simple y superficial del amor"

  • Josep María Fericgla, autor de más de una treintena de libros, hizo un recorrido por la historia y por distintas culturas para explicar las distintas formas con las que el ser humano se refiere al amor. En este sentido, aseguró que la cultura occidental actual es una de las que tiene un concepto más pobre de este. "Nuestra cultura tiene un concepto pobre, simple y superficial del amor", aseguró. En este sentido, añadió, la cultura árabe es mucho más rica, con una amplia gama de términos para designar distintos tipos de amor, muchos de los cuales son difíciles de definir porque lo son de entender.El antropólogo cognitivo arrancó su revisión histórica sobre los términos que designan al amor, en la Antigua Grecia, con los términos que emplearon Platón y Aristóteles para referirse al amor: eros y filias, respectivamente. "Para los griegos el amor significaba la catarsis", resumió, algo inconcebible en culturas como la china y la japonesa, donde no se muestran las emociones en público. "En China, mostrarte deprimido está considerado una forma de llamar la atención", comentó.Fericgla también habló de lo que era el amor para los primeros cristianos, un amor muy lejano al sexo y que implicaba compartir algo con los demás. "Era un amor obsequioso, desprendido", dijo.Y ya en el mundo occidental actual, aseguró que hay tres idiosincracias dentro del amor: la francesa, la germana y la de los países del Mediterráneo. El conferenciante se paró en la primera, que es la que ha saltado al castellano. "Se confunde amar con desear, cuando no es lo mismo", aseguró el antropólogo cognitivo, que insistió en que amar es reconocer al otro.

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