Las publicaciones científicas y rankings atestiguan su valía, pero la comunidad científica de nuestra comunidad también puede presumir de chispa e ingenio tras la clasificación de la bióloga Alba Aguión (A Coruña, 1990) entre los finalistas del concurso de monólogos Famelab. Su defensa de las cigarras la convirtió en la primera gallega que alcanza este hito y el 12 de mayo competirá por representar a España en la final internacional metiéndose en la piel de las hormigas, por las que siente auténtica fascinación y a las que quiere dedicar su carrera investigadora. "Quiero dejarlas en el mejor lugar posible porque se lo merecen. Se ven cómo algo molesto pero cumplen un papel esencial y tenemos mucho que aprender de ellas", defiende.

Nunca antes se había subido a un escenario pero está acostumbrada a hablar sobre ciencia ante un público exigente, el que conforman los escolares del Reino Unido a los que explica la ciencia que se desarrolla en los polos como miembro de ETE (Education through Expeditions), la empresa de divulgación y educación fundada por el conocido explorador británico Antony Jinman, una de las pocas personas que pueden presumir de haber estado en la Antártida y el Ártico, retos a los que también pretende añadir en breve el Everest.

"Me apasiona la biología y también compartirla, casi más que investigar, por eso soy divulgadora. Nuestro objetivo principal es abrir la mente a la gente joven. Visitamos muchas zonas pobres del país para inspirar a los niños y animarles hacia carreras en las que nunca pensarían. Jinman está muy comprometido con la gente joven y buscaba para su empresa a gente capaz de motivar y trasmitir. Me siento afortunada porque mi trabajo es precioso", reconoce.

Alba es titulada en Biología por Santiago, con doble especialidad en Biología Marina y Zoología y premio extraordinario fin de carrera. Al terminar su licenciatura en 2014 se fue a York para cursar un máster en Ecología y Gestión del Medio Ambiente: "Fue la mejor decisión de mi vida porque me permitió fusionar la base teórica tan buena que tenemos en España con la parte práctica británica, y me dio seguridad".

Durante estos estudios realizó su primer proyecto relacionado con las hormigas, en concreto con pesticidas efectivos para una especie invasora: "Desde niña siempre me llamaron la atención los insectos, pero en York descubrí todo lo que las hormigas nos pueden enseñar".

Para realizar su proyecto fin de máster se desplazó al archipiélago noruego de Svalbard, en pleno Ártico. "Estudié los gases que se producen en los glaciares. Fue una experiencia muy dura por las condiciones meteorológicas y de seguridad. Tuve que dar clases de rifle y era obligatorio llevarlo siempre por si aparecían osos polares. Al final me dio rabia no ver ninguno", admite entre risas.

Esta experiencia en el Polo Norte y su capacidad para trasmitir le valieron su actual empleo en ETE. La sede está en Plymouth, pero Alba en una misma semana puede visitar colegios de Manchester, Londres, Bristol y York. "Me muevo por todo el país pero me compensa. Los niños me envían cartas y, como mujer, es gratificante que las niñas quieran ser científicas después de hablarles de las expediciones polares. No es que no les guste esta profesión, es que no la conocen", señala.

Alba disfruta de esta aventura mientras aguarda la resolución de varias becas para poder hacer un doctorado sobre hormigas en Girona o, si no queda más remedio, intentarlo en Noruega o Dinamarca. "Me gustaría volver. Aproveché las vacaciones de Navidad para visitar varios colegios en Galicia y fue estupendo. Es algo que tengo en la recámara. Me gustaría que mi energía también revirtiese en motivar a los niños gallegos", señala.

Mientras tanto, prepara el monólogo con el que se enfrentará en unas semanas a otros 7 científicos españoles. Luis Piedrahita, en el que ella se fijó para escribir su alegato de las cigarras, fue casualmente el presentador de la semifinal de Barcelona. "Me inspiré mucho en él porque me gusta su humor, cómo es capaz de meterse en la piel de una maleta o del caballito de mar. Al ser gallega, estuvo majísimo conmigo y me dio algún consejo para la final sobre vocalización y de cuándo hacer las pausas", revela agradecida.

El jurado, que reunirá a expertos en ciencia y humor, valorará "las tres ces" -carisma, contenido científico y claridad- en un espectáculo que podría volver a tener a los Reyes entre el público invitado.

Alba defiende que estos concursos ayudan a tender puentes hacia la sociedad. "Rompen el estereotipo de que la ciencia es aburrida y los científicos fríos. En el laboratorio todo es muy exacto y serio, pero no somos siempre así. Y este tipo de iniciativas ayudan a ver las partes divertidas y a contagiar a los jóvenes la pasión por esta carrera". Más aún en un país como el nuestro, donde "todos sabemos qué hace un médico o un bombero pero no para qué vale un científico".

También rompe otro tópico: "No hay que ser superlisto, sino que es una cuestión de que te guste, dedicarle tiempo y tener pasión. Siempre me decían que la biología no tenía salida pero lo importante es hacer lo que te gusta. Las salidas las crea cada uno no la carrera que estudia".