"Tenemos que cambiar el patrón: existen niñas con pene y niños con vulva. Solo cuando interioricemos esto podemos empezar a trabajar correctamente con los menores transexuales". Así lo explica el psicólogo José Ramón Landarroitajauregi -Landa, para abreviar, apunta- uno de los mayores expertos en este tema en España, que forma estos días a personal sanitario gallego sobre la transexualidad infantil y las herramientas para su atención. Ayer estuvo en el Hospital Clínico Universitario de Santiago (CHUS) y hoy y mañana imparte un curso en el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

"Todos estamos aprendiendo ya que, aunque la transexualidad ha existido siempre, es la primera vez que les dejamos ser desde niños lo que realmente son, lo que es un hecho histórico", destaca el experto.

El psicólogo aplaude la cada vez mayor organización de padres de menores transexuales y la forma en la que, asegura, la mayoría aceptan y apoyan la realidad de sus hijos. "Esta es la primera vez que vemos infancias que prometen no ser trágicas", destaca.

Landarroitajauregi explica la transexualidad de una forma sencilla: "Nos confundimos poco en la asignación de una identidad. Esto se hace al nacer, según los genitales, y casi siempre acertamos. Pero cuando no lo hacemos surgen los problemas, que empiezan a manifestarse pronto, entre los 2 y los 4 años", describe. "No significa que todos los niños a los que les guste jugar con muñecas o las niñas que quieren ir vestidas de chicos y jugar al fútbol vayan a ser transexuales; los que lo son suelen ser muy cabezones, muy reiterados y desafían y se enfrentan a sus padres", destaca.

Landarroitajauregi aconseja a los profesionales "no administrar tranquilizantes a los padres; esto es, no decirles que aquello cambiará porque, si el niño está bien diagnosticado nunca cambiará, es su identidad y no hay remisión".

Landa explica que la solución es que los padres "rebajen la carga" y apunta soluciones para el principio como "llamar al niño por el apellido, con la ropa, optar por el chándal y dejar al niño o niña llevar pequeños detalles simbólicos que elija y que relajan la tensión". "El respeto y la aceptación son la base para normalizar la situación de estos niños y darles su lugar en el mundo", concluye el experto, al tiempo que admite que "a los psicólogos, pediatras y educadores nos queda mucho por aprender".