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Un vínculo fundamental en la vida

Amigos, esa familia elegida a conciencia

Tres experiencias personales para desentrañar el sentido de la verdadera amistad y el valor de compartir alegrías y dificultades

Murió solo. Ninguno de sus 3.500 amigos de Facebook, con los que mantenía una intensa actividad, estaba junto a él cuando se desplomó en la montaña de desperdicios que acumulaba en su vivienda de Vigo desde hacía varios años. José Ángel T.G., de 51 años, no tuvo el abrazo de un amigo en los momentos más difíciles, la mirada comprensiva al otro lado de la mesa, la escucha y la sonrisa de carne y hueso -no las de los emoticonos- que elevan el ánimo cuando uno más lo necesita.

José Ángel no tenía amigos reales, una parte imprescindible en la vida de las personas, ya que las redes sociales pueden ayudar a disminuir la soledad, pero no sustituyen a la verdadera amistad.

La triste muerte de este vigués, sucedida la semana pasada, nos lleva a acercarnos a historias de amistad duradera, a conocer a camaradas que han pasado muchas alegrías y tristezas juntos, que han formado o no sus propias familias, se han mudado a otras ciudades, han estado quizás un tiempo desconectados pero que han conseguido mantener viva su relación y hoy sienten a esos amigos como uno más de su familia. La familia que ellos han elegido.

"Casi podría decirse que vivimos juntos toda nuestra infancia y eso une para toda la vida". Asienten y sonríen todos cuando Luis de Soto hace esta afirmación. José Carlos Espinosa, José Luis Lago, Fernando Caride y Carlos Alonso llegan puntuales a la entrada del Colegio Apóstol Santiago de Vigo, un lugar que para ellos fue casi un hogar entre los 6 y los 18 años. "Sin casi, que Carlos y yo estábamos internos y el resto iban a sus casas a comer, cenar y a dormir pero el resto del tiempo, incluidos muchos domingos, lo pasábamos juntos", apunta Luis. Estos cinco amigos tienen ahora entre 73 y 82 años; pertenecen a las promociones del 52 y del 60 del conocido colegio vigués y han logrado, más de sesenta años después, mantener su amistad y hacerla crecer.

Los cinco coinciden en que las amistades que se crean en la infancia marcan a la persona para toda la vida. "Los mejores amigos son los de la infancia, un compañero de colegio no te puede mentir", opinan. Más aún, dicen, en un colegio como este, de la Compañía de Jesús, "que siempre se han caracterizado por fomentar la amistad. Se crea como una hermandad, un cariño especial que dura para toda la vida y que nos da una alegría muy especial cada vez que nos juntamos. Estamos muy orgullosos de permanecer unidos y de mantener este vínculo colegial", aseguran los cinco.

Estos amigos y otros muchos más de su promoción quedan todos los meses para comer juntos y, una vez al año, preparan un encuentro con todos los de su promoción, cerca de cuarenta, para no perder el contacto con los muchos que se fueron a vivir fuera de la ciudad. "Es una maravilla porque, incluso con los que hace muchos años que no vemos, nos sentimos igual de cómodos, con la misma confianza... vivir tantas cosas de niños es algo muy especial y crea los cimientos de una amistad que luego hay que seguir cuidando pero ya tiene una base muy sólida. Aunque cada uno evolucione y cambie muchas cosas en su forma de pensar, siempre hay un respeto", destaca Espinosa, que es el secretario de la Asociación de Antiguos Alumnos del colegio.

Las relaciones de estos amigos abarcan ya varias generaciones. "En muchos casos nuestros padres eran amigos, luego lo somos nosotros, nuestros hijos estudiaron también aquí y se hicieron amigos e, incluso, algunos tenemos nietos que también han hecho buenas migas", cuentan.

Pero, en sus tiempos, los vínculos que se creaban eran más fuertes por todas las horas que pasaban juntos. "Los horarios no eran como ahora; estábamos aquí casi todo el día, incluso los externos, los sábados también había que venir y muchos domingos volvíamos para jugar. Incluso en verano nos juntábamos en el colegio para jugar en una especie de piscina que se formaba en la zona donde ahora está el aparcamiento de los padres", recuerdan. Muchos años después, aseguran, "mantenemos una amistad por la que no dudamos en ayudarnos en todo lo que podemos, incluso a los que se han ido lejos", concluyen.

Una amistad y un destino

Durante muchos años fueron inseparables Remedios Voces y Rosalía Lorenzo. Se conocieron en Vigo cuando la primera tenía 18 años y la segunda rozaba los 30. Se hicieron muy amigas porque la una precisaba de la otra por motivos personales. "Yo tenía un bar y no daba abasto con tanto trabajo. Ella necesitaba trabajar y tenía muchos problemas personales así que se vino conmigo. Además, vivíamos juntas, con mi madre", relata Remedios, que hoy tiene 80 años. En 1969 Remedios se quedó embarazada y su madre enfermó. Ahora fue Rosalía la que cuidó de la madre y del bebé de su amiga, del que, además, se convirtió en su madrina. Cuando la madre de Reme falleció, la joven se trasladó a vivir a Madrid. "La separación fue triste pero intentábamos visitarnos todo lo que podíamos", cuenta.

En 1993 Remedio volvió a Vigo y se trajo a su nieto de meses, ya que su hija, por problemas de salud, no podía cuidarlo. "Rosalía estuvo de nuevo ahí, a mi lado, cuidando de mi nieto, y también fue su madrina", continúa Reme.

Pero entonces Remedios cayó enferma y pasó una larga temporada en el hospital. Rosalía se hizo cargo del nieto hasta que, desgraciadamente, sufrió el atropello de un camión.

A partir de ese momento, los servicios sociales hablaron con Reme y decidieron dar el nieto en adopción. "Cuando me puse mejor busqué a Rosalía por todas partes; ya no vivía en la misma casa, los vecinos no sabían dónde había ido, decían que a alguna residencia, porque no tenía más familia, pero busqué y busqué sin éxito", recuerda Reme.

La señora decidió entonces que estaría mejor en una residencia y, como en Vigo no encontraron plaza, fue al centro que Geriatros tiene en Ribadumia. Entonces, sucedió algo que aún ahora cuando Reme lo recuerda se emociona. "A los tres días de estar en el centro fui a una clase de gimnasia y la profesora dijo 'Rosalía, levanta el brazo'. Me di la vuelta al escuchar este nombre y no me podía creer lo que veía: era mi querida amiga", recuerda Reme.

Desde entonces, Rosalía y Reme no se han vuelto a separar. "Tras el accidente, Rosalía no recuerda muchas cosas, pero el abrazo que nos dimos fue lo más bonito que nos ha pasado nunca; es la mejor amiga del mundo", concluye Reme.

El cumpleaños más especial

"Con los amigos de la infancia no hay que disimular nunca porque te conocen de verdad. Y sientes que siempre están ahí, a pesar de que pasen los años, de que viva alguno lejos... Es un tesoro", aseguran Chus Iglesias y Matilde Corral. Ellas son una parte del quinteto que completan Mabel Gómez, Vicky Pérez y Miriam Pitarque, amigas desde la infancia y defensoras a ultranza de ese espacio tan suyo que es la amistad.

"Nuestra relación se ha consolidado tanto porque a lo largo de los años hemos intentado siempre mantener un espacio para estar juntas; muchas veces vamos también con nuestras parejas y nuestros hijos, claro, pero también tratamos de tener momentos para nosotras y eso es genial", cuentan.

"Son momentos en los que dejamos a un lado nuestras responsabilidades y compartimos mucho más que una cena", destaca Mabel. "A pesar de que las cinco somos muy distintas y no siempre hemos estudiado o trabajado en la misma ciudad, hemos sabido sacar tiempo para mantener contacto, llamarnos por teléfono, ir de cena, hacer algún viajecito juntas... siendo más importante la calidad del tiempo que la cantidad", coincide Miriam.

La confianza que se ha creado entre ellas es tanta como la que puedan tener con sus familiares. "Hay cosas que nos contamos entre nosotras y no a la familia; cualquier problema, sabes que están ahí y eso es muy valioso para nosotras y un apoyo fundamental en la vida", apunta Matilde. "Para mí son parte de mi familia y ahora que vivo en Madrid las echo de menos tanto como a ellos y no me imagino una vida donde no estén", afirma Vicky,

La celebración conjunta de los 40 años es para las cinco uno de sus recuerdos recientes más bonitos. "Fue genial compartir los preparativos previos, recopilar fotos para una revista que nos hicimos, seleccionar las canciones favoritas de cada una, juntar a los familiares de todas y a todos los amigos. Cuando cumplamos los 80 ojalá podamos hacer otra gran celebración", concluye Miriam.

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