La relectura de clásicos para reformularlos en presente (y, en este caso, hacia un miedo presente y a unos espectadores-clientes presentes) es una constante a lo largo de la historia de la literatura y el cine. Por eso, cuando los puristas se escandalizan, hay que sentirse orgulloso. Como actitud de inicio está muy bien mancharlo todo, y qué mejor lugar impoluto a arrasar que el "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen mezclándola con una historia de zombies que asedian y tratan de impedir los amores de las chicas Bennet. Esta contraposición hace que se vean claramente las intenciones del filme desde un principio: una película de acción y aventuras bien rodada por Burr Steers y una relectura de la mujer en la obra de Austen.

Está muy de moda entre determinados círculos de izquierda papanatas, que diría Calamaro, utilizar un test, llamado de Bedchel y propuesto ¡en un cómic!, para evaluar el feminismo de las ficciones. Pues, en este caso, los expertos en psicometría de bar que lo utilicen pueden estar tranquilos: "Orgullo + Prejuicio + Zombies" lo cumple. Y, seguramente, con esto les baste para recomendarla. Pues no: los valores de la cinta van por otra parte y seguramente, de excusa, haya sido pensada para satisfacer a este grupúsculo, como cuando das un placebo a un paciente demasiado nervioso. Lo interesante de la película se encuentra en su demostración fílmica de lo bien que combina el romanticismo británico con casi cualquier cosa. A un mismo tiempo: al hacerlo con zombies, casi para negar su ética decimonónica, y al ser fiel a ella, para emocionar a través de esta misma filosofía. En ese juego y, cómo no, en los descabezamientos, mutilaciones y hostias a zombies de las hermanas Bennet aparece lo importante del largometraje dominguero de Steers. Interpretarla por otro lado o pasarla por test ficticios suena, más bien, a tonterías de las que nos reiremos en unos años.