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La agresividad sabe de hormonas

-Un nuevo estudio relaciona la hormona cortisol con la mayor agresividad infantil - Conocer los indicadores biológicos implicados ayudaría a entender por qué se produce

Dos niños, peleándose.

Un estudio de la Universidad del País Vasco relaciona la hormona cortisol con una mayor agresividad en la infancia. Los investigadores estudiaron el comportamiento que desarrollaron 90 niños -49 chicos y 41 chicas- de ocho a diez años para comprobar el efecto hormonal en dicho comportamiento. Para ello, los investigadores midieron tres hormonas esteroides: testosterona, estradiol y cortisol.

El objetivo de estudio, que publica la revista "American Journal of Human Biology", fue examinar, por un lado, si existían diferencias en la conducta agresiva a lo largo de esos dos años y, por otro, considerar, en el caso de que se observara algún cambio, si este podía ser explicado por el cambio hormonal. Los resultados revelaron que, efectivamente, había un cambio en los niveles de la conducta agresiva, aunque solo en los chicos, que se mostraron más agresivos a los 10 que a los 8 años. Las chicas no variaron los niveles de agresividad.

Los expertos analizaron si los cambios en alguna de las tres hormonas medidas se asociaban con el cambio producido entre estas dos edades en la conducta agresiva y encontraron que los niños que más habían incrementado sus niveles de agresión a los diez años eran aquellos cuyos niveles de cortisol también habían aumentado. Por el contrario, los chicos que más habían disminuido su nivel de agresividad fueron aquellos cuyos niveles de estradiol habían aumentado más entre los 8 y los 10 años.

Así, los resultados indican que existe un efecto hormonal en la diferente conducta agresiva en función del tipo de hormona: cortisol y estradiol. Según los investigadores, este trabajo puede ayudar a la comprensión de los mecanismos biológicos que subyacen a la agresión, aportando más información sobre los diferentes efectos hormonales en la conducta agresiva en la edad escolar, en función del tipo de hormona y el sexo.

"El estudio de la relación entre la agresión y las hormonas, entre ellas, cortisol, es un tema interesante, que ha sido abordado en ocasiones previas. Este estudio aporta algunos aspectos especialmente interesantes, como el papel del género, con resultados diferenciados para chicos y chicas, y, sobre todo, que es un estudio longitudinal en niños, y esto es algo no tan frecuente en esta área", asegura Estrella Romero, del departamento de Psicobiología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

En su opinión, conocer cuáles son los mecanismos hormonales que están implicados en el desarrollo de la agresión ayudaría a comprender mejor, desde diferentes ángulos, cómo se desarrolla la agresión en los niños. "El estudio encuentra que ambas, la agresión y la hormona cortisol, varían al mismo tiempo: cuando una aumenta, y la otra también. Eso nos indica que un comportamiento (la agresión) y un indicador biológico (cortisol) están interrelacionados, pero no nos indica que los niveles hormonales sean la causa de la agresión. El aumento en el cortisol podría ser un mecanismo interno que se produce cuando la agresión aumenta. Además, puede haber otras variables, como estrés psicosocial en los niños o en su entorno, que pueden estar causando ambas cosas: el aumento de la agresión y del cortisol", explica Romero, directora del estudio longitudinal sobre problemas de conducta infantiles de la Unidad de Investigación en Prevención y Tratamiento de Problemas de Conducta (UDIPRE) de la USC, pionero en Galicia.

"Derivar relaciones causa-efecto en el ámbito de la agresión humana es complejo, y esto es algo que también se reconoce en el estudio del País Vasco", reconoce.

El estudio que dirigió Romero siguió a un grupo de 207 niños que en 2013 tenía una media de ocho años, hasta 2015, ya con 19 años, y tuvo en cuenta factores psicológicos y sociales como relaciones familiares, impulsividad, habilidades emocionales, necesidad de sensaciones fuertes, adaptación escolar y relaciones con los amigos, y cómo estos factores se relacionan con el desarrollo de problemas de conducta desafiante, agresiva y antisocial, y el consumo de alcohol y otras drogas. "Nosotros nos centramos en un plano psicológico, que nos sirviese para orientar la prevención y la intervención psicológicas, y no realizamos determinaciones biológicas. Es posible que, de realizarlas, se encontrasen relaciones entre factores biológicos y problemas de conducta, como se ha encontrado en otros estudios", añade.

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