En momentos de extremo nerviosismo hay a quien le da por la risa tonta. A unos cuantos miles de metros de altura, en el interior de un cascarón aéreo y con un loco amenazando con hacer saltar por los aires (nunca mejor dicho) el avión secuestrado, las reacciones pueden ser muy variadas: risas, lloros, lamentos... resultado directo de la perplejidad y el miedo. Pero pedir hacerse una foto con el secuestrador rompe todas las reglas de la psicología.

Ben Innes, pasajero británico del vuelo de Egyptair secuestrado anteayer y obligado a aterrizar en Chipre, justificó su petición con dos frases: "No tenía nada que perder" y "había que mantener el ánimo frente a la adversidad". Minutos antes, cuando el secuestrador enajenado, un tal Seif Eldin Mustafa, obligó al desvío del avión, que cubría la línea El Cairo-Alejandría, Innes envió un mensaje a su madre por móvil alertando de la situación. La mujer le contestó con un consejo: no hagas nada que pueda llamar la atención. Es evidente que este sonriente pasajero natural de Leeds no hizo el menor caso a su madre. Él sabrá.

En realidad no se trata de un "selfie" porque, según explicó el británico, primero le pidió al secuestrador si se podían hacer una foto juntos. "Se encogió de hombros" y el bueno de Ben lo entendió como un sí. Y después rogó a una azafata que tomara la imagen. A la joven auxiliar de vuelo no le tembló el pulso.

El sociólogo Arsenio Valbuena habla de "comportamiento estrafalario" y de la "banalidad de la sociedad posmoderna" y la "gloria del paleto" aunque sea por un segundo.

La foto corrió como la pólvora a través de las redes sociales y se convirtió en la imagen del día. En ella Ben Innes se parte de risa mientras el secuestrador parece sobrepasado. De su cintura cuelgan varios cables azules. Era el pretendido cinturón de explosivos que luego se supo que era falso.

El secuestrador tuvo sus varias horas de gloria mediática, de la que salió vivo de milagro. El británico tiene el que él mismo califica como "el mejor 'selfie' que se haya hecho nunca". La madre le está esperando en casa con el rodillo bien engrasado, y la azafata a la que le pidió que chiscara la foto también tiene, a buen seguro, un par de cosas que decirle.

Innes actualiza el eterno mito de Narciso, hombre feliz de admirarse de sí mismo en el espejo. El agua y sus transparencias dieron paso a los iPhones y tablets. La tecnología cambia, el espíritu humano permanece.

Un dato. Desde 2014 más de cuarenta personas se mataron a causa de las distracciones y otros efectos generados por la búsqueda de un "selfie" impactante. Hay escenarios y circunstancias muy diversas: coches, motos, acantilados, terrazas y hasta exhibiciones caseras de juegos a la ruleta rusa. Son cuarenta casos, pero ¿cuántos más se habrán producido sin que haya trascendido la causa de la muerte?

"En este caso -apunta Arsenio Valbuena-, el secuestrador resultó tan risible como el secuestrado, para alivio de todos: mejor un par de cretinos que un montón de cadáveres".