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LA ESPUMA DE LAS HORAS

De los trovadores al Verano del Amor

El crítico e historiador Ted Gioia dedicó dos años a escribir una historia del romanticismo partiendo de la música que se rinde al corazón

Canciones de amor | TED GIOIA | Turner 2016 | 440 páginas | 29.90 euros

La canción de amor ha dominado la música occidental durante mil años. A su vez, el número de trovadores ha crecido. Pero su historia jamás contada, de la que escribe Ted Gioia en un esclarecedor y ameno libro publicado ahora por Turner, está llena de distorsiones, medias verdades y algunas mentiras descaradas, como comúnmente se ha dicho.

Gioia, autor de "Blues. La música del Delta del Mississippi" y de "Historia del jazz" dos grandes títulos de referencia del género, dedicó dos décadas a investigar la canción de amor desde sus orígenes, que él viene a situar en "El cantar de los cantares", atribuido al rey Salomón pero que encierra una perspectiva femenina. Los teólogos se han esforzado sin éxito en interpretar esta anomalía. ¿Canciones eróticas en la Biblia? ¿Cómo es posible? Según Gioia se trata de un texto bíblico inusual influido por los precedentes en Egipto y Mesopotamia. Los estudiosos no van a ponerse de acuerdo, sin embargo, en saber con qué frecuencia los hombres poderosos de otras religiones, como los confucianos de la antigua China, o los nobles en la época de los trovadores, han participado en un cambio de género como el de Salomón. Gioia sostiene que le llevó demasiado tiempo averiguar que cuando eso ha ocurrido, por lo general, hay detrás una historia de un esclavo, una esclava, una mujer...

Este hecho se ha ido repitiendo con el paso de los años en Estados Unidos. Algunas canciones del siglo XIX sirvieron para promocionar las carreras de muchos compositores e intérpretes, que copiaron de los esclavos sus repertorios y que acabaron distorsionándolo. Incluso la música africana contribuyó a moldear un estilo atribuido a la clase dominante y posteriormente destinado a denigrar a los afroamericanos. Como es el caso del famoso minstrel "Oh! Susana", superventas en su día y una de las canciones americanas más populares, compuesta por un blanco, Stephen Foster, y en cuya letra original figuraba por primera vez la palabra nigger con inequívoco sentido despectivo hacia el negro.

En cualquier caso las canciones de amor son el principal argumento de cualquier rebelión blanda. Bajamos la guardia, explica Gioia, nos quedamos indefensos y aceptamos "la riqueza de la vivencia de nuestra vulnerabilidad más profunda". Mientras escribía el libro, el autor cuenta cómo no pudo evitar recordar la extraña predicción que, notando la irreversible fátiga de la ironía y del cinismo, hizo en 1990 el difunto David Foster Wallace. El escritor desaparecido se preguntaba si la siguiente oleada de rebeldes no avanzaría en dirección opuesta y se arriesgaría a ser tachada de sentimental, de demasiada credulidad, de blandura. Las "rebeliones blandas", según Gioia, se produjeron en el pasado y podrían volver a resurgir en el futuro.

Por ejemplo, ¿alguien se acuerda del Verano del Amor? Todo empezó cuando los Beatles estrenaron "All You Need Is Love" en una retransmisión global de televisión por cable el 26 de junio de 1967, que vieron unos cuatrocientos millones de personas. La idea, brillante, fue de John Lennon, el mismo que convertiría años después otras dos canciones "Give Peace a Chance" y "Power to the People" en nuevas consignas de la rebelión blanda. Pero, como cuenta Gioia, los meses que siguieron al estreno de "All You Need is Love" fueron una auténtica efervescencia con impresionantes manifesticaciones en San Francisco. El distrito de Haight-Ashbury -"wear some flowers in your hair"- se convirtió en una meca del movimiento hippie, empezó a acaparar portadas y abrir los noticieros. A continuación vinieron el Monterrey Pop Festival, Central Park, etcétera. El lovin viajaba de costa a costa. Las baladas dejaron de pertenecer exclusivamente a los crooners, Bing Crosby, Frank Sinatra o Andy Williams. Ahí estaban: "Feelin Groovy", "Happy Together", "A Whiter Shade of Pale", entre otras muchas canciones. "Hair", el espectáculo de Broadway, de inspiración hippie, tuvo 1.750 funciones y dio para un disco del que se vendieron tres millones de copias. Y, como gran precedente de todo ello, "A Love Supreme", de Coltrane, que en en 1964 se adelantaría a la efervescencia de aquel verano que todo lo fue. Acierta plenamente Gioia. También al incluir la frase de Frank Zappa: "Hay más canciones de amor que ninguna otra cosa. Si esas canciones pudieran obligarnos a algo, nos amaríamos los unos a los otros". Como hay tanta abundancia de ellas, resulta complicado citar más de una. Elijo "My Funny Valentine". Pongamos, por Chet Baker.

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