Newark siempre ha sido el primer destino de USA para los gallegos que pensaron en Nueva York para buscar una salida laboral. Quizás porque siempre había trabajo, vinculado a empresas y negocios locales, y lejos del estrés y la agresividad en los ritmos y oportunidades en la Gran Manzana, sin duda más exigente. "Para empezar se establecían aquí, y después en función de cómo iba el trabajo podían moverse a otros lugares. Por ejemplo, los que elegían un trabajo en lo que aquí llamamos "las alturas" (los rascacielos), podían mudarse de zona, o los que montaban su propia compañía.

De todos modos, New Jersey siempre ha sido un lugar en el que nos sentimos como en casa, los que somos de lejos, quizás por esto también nos gusta establecernos aquí, por oportunidades y por llevar un modo de vida más acorde con nuestras costumbres", explica Pablo Álvarez, actual presidente del Club de España de New Jersey, fundado en 1964 y situado en el 180 de NY Avenue, en Newark.

A sus 40 años, lleva cinco al frente del Club de España de este estado, uno de los principales núcleos de redes, ayuda e información para los españoles que se atrevieron a soñar con América y dieron el paso de cruzar el charco para trabajar. Es segunda generación, como la mayoría del millar de socios del club, no solo gallegos, también del resto de España.

"Nueva Jersey es sobre todo de españoles y portugueses. El club es español, si bien el 85% de los socios son gallegos", cuenta Álvarez, hijo de ourensanos que emigraron a América. Creció en Chile hasta establecerse en Estados Unidos. En el 180 de NY Avenue toman Estrella, ven fútbol, todos los partidos que pueden los fines de semana: "hasta el pulpo lo exportamos de allá, queremos que sea bueno, que tenga un sabor lo más parecido; la intención es tener aquí, en el club, todos los productos posibles que uno pueda tomar allá, para que la distancia sea menos dura".

Los cocineros son pontevedreses y en las procedencias de los que se unen cada fin de semana a este lado del río (con New York al fondo) suenan Rías Baixas, Ribeira, Palmeira o Muros. Las pandillas, parejas de gallegos y portugueses, valencianos y americanos, gallegos y americanos... "quedan", para hablar, para tomar algo, en el punto de encuentro.

Llegadas

"En los 60 y 70 llegaban más personas de Ourense y Lugo, quizás, pero ahora están viniendo muchos jóvenes de la costa, de las provincias de Pontevedra y A Coruña", expresa Álvarez. Cuenta que desde hace cuatro años se ha notado un repunte del personal que aterriza en Estados Unidos en busca de trabajo procedente de España, situación que vincula a la crisis.

"Recientemente tuve que hacer un cálculo y estimo que llegaron en los últimos años unos 50.000 españoles", añade Álvarez, la mayoría gallegos. Cuenta que para el club es bueno, porque se percibe más actividad y aumenta el movimiento. "Los que llegan necesitan algo así para sentirse acogidos, porque los inicios son difíciles, sin embargo, muchos hijos de gallegos, más americanizados, ya no se encuentran a gusto aquí; depende un poco de cada familia. Nosotros estamos encantados de poder ayudar a los que se unen ahora a este continente", añade Álvarez.