Vicente Aleixandre y Carlos Bousoño mantuvieron "una relación amorosa duradera". Lo afirma Emilio Calderón, autor de "La memoria de un hombre está en sus besos", la biografía de Vicente Aleixandre que incluye documentación inédita del poeta y premio Nobel de Literatura. Calderón desvela en el libro la reservada vida amorosa del escritor e incluye entre sus grandes amores al asturiano Carlos Bousoño.

La biografía recoge fragmentos de cartas del Nobel a Bousoño en las que parece evidente que la relación entre ambos iba más allá de una simple amistad. Así lo confirma Calderón, que comenta haber tenido acceso a cierta información donde queda constancia del amor entre ambos, aunque no desvela sus fuentes. "Hay un cierto secretismo con las personas que me han corroborado y certificado esa relación amorosa, la mayoría son personas importantes de nuestras letras que acaban siempre reconociendo que fue la más estable de Aleixandre, pero me invitan a no mencionar su nombre". Asegura el biógrafo que hay incluso "académicos y otros escritores muy conocidos que estaban al tanto de dicha relación y me aseguran que fue la de madurez del Nobel".

El poeta Carlos Bousoño (Boal, 1923), que falleció el pasado octubre a los 92 años, contaría con poco más de veinte cuando conoció al Nobel, pero ya en 1949 se doctoró con la tesis "La poesía de Vicente Aleixandre". Algunas de las cartas que recoge la biografía de Calderón estarían fechadas en 1945, pero las que muestran más claramente su pasión por el joven Bousoño son del año 1948. Es en estas donde le declara abiertamente su amor: "Chiquillo mío, te amo. Qué hermoso decirlo así, libre, feraz, reidor...".

Hay fragmentos más subidos de tono y otros donde el poeta muestra la ansiedad de la espera o la felicidad del enamorado correspondido, como cuando escribe: "¿Te acuerdas? ¡Cómo nos mirábamos! Yo creo que fue el día más feliz de mi vida , aunque el día de nuestro desposorio fue aún más por ser el más sagrado..."

Carlos Bousoño habló de la existencia de estas cartas al también poeta y amigo Francisco Brines. "Por ahí es por donde yo sé de su existencia, pero no las pude ver directamente", comenta Calderón, que define al Nobel como "una persona volcada hacia el amor". A su juicio, la enfermedad que padece desde joven, que provoca que en 1932 le extirpen un riñón, hace que su vida tenga poca acción. "No es la vida de un aventurero, es una existencia sedentaria y la falta de acción la suple, además de en su poesía, con el amor, que es el motor de su existencia".

A Calderón no le caben dudas de la bisexualidad de Aleixandre, al que atribuye una amplia vida amorosa en la que figuran hombres y mujeres, entre estas cita a Carmen de Granada, "una vedette con la que mantuvo más que una relación una pasión llena de amor. Es la vez que más se entrega a una mujer a lo largo de su vida, lo que le traerá consecuencias terribles porque ella le transmite una gonorrea", comenta. Después entra en su vida una profesora y traductora alemana, que con el tiempo pasará de amante a amiga y confidente. Pero antes que ellas, Aleixandre estuvo enamorado de Clara, de ella le habla al joven Bousoño en su correspondencia del año 1945. Pero ya en 1948, Aleixandre reconoce "haber cambiado de amor, haber superado la relación con la niña llamada Clara, tal y como le confiesa a José Luis Cano".

Calderón escribe que es Bousoño el que sustituye a Clara porque el poeta es "la persona que le ofrece un amor que esté a la altura de sus exigencias. La persona que mejor conoce al poeta de tanto escudriñar su obra, de tanto relacionarse con él. De modo que el mayor exégeta de Aleixandre es a su vez el más grande amor del poeta".

Lo que no conoce el biógrafo es la existencia de cartas de Bousoño al Nobel, ni siquiera sabe si se conservan. Mucha de la información que ofrece el libro procede del archivo de la escritora Carmen Conde, vecina del Nobel, que va anotando en una serie de agendas todo lo que va viendo e la casa y el jardín del Nobel, en Velintonia, número 5.