El viaje épico en el que Colón descubrió un Nuevo Mundo allende los mares no hubiera pasado a la historia de no ser por quienes, oyendo el relato de lo allí encontrado, creyeron en la existencia de aquellas Indias exóticas, incógnitas e inexploradas hasta entonces. Baiona volvió a escuchar ayer la misma narración extraordinaria que pronunció el 1 de marzo de 1493 la tripulación de la maltrecha carabela La Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón y pilotada por Cristóbal García Sarmiento.

La céntrica playa de A Ribeira volvió a ser escenario ayer por la tarde de la representación "Arribada do Descubrimento", una pieza teatral del profesor Avelino Sierra, que recrea cada año el tortuoso regreso de los exhaustos marineros. En un pequeño bote, desembarcaron en el arenal varios tripulantes de la nao con tres indígenas, uno de ellos moribundo, como prueba de que los pueblos "salvajes" que los españoles encontraron en su expedición no habían sido aún "civilizados".

La impúdica visión de aquellos cuerpos desnudos no fue menos impactante para los vecinos que el relato de aquellas tierras de las que procedían, donde los navegantes habían encontrado oro, que también mostraron a los baioneses junto a productos nunca saboreados ni vistos en el viejo continente.

Pinzón y Sarmiento también incidieron en los avatares del viaje, las tempestades a las que tuvieron que hacer frente y de las que consiguieron escapar refugiándose en el "puerto de acogida siempre abierto" de Baiona.

Concluido el relato, el corregidor resolvió el envío inmediato de dos mensajeros a caballo hasta la corte de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, con la noticia del Descubrimiento. Además, encargó a los baioneses dar cobijo a los marineros e indígenas para su restablecimiento tras meses de dura travesía marítima.

Los aplausos del público sirvieron de telón al emblemático acto, ficción con la que se rememora el episodio histórico de mayor calado en la localidad y el que logró situar a Baiona en el mapa hace ya 523 años.

Los asistentes fueron así abandonando la playa para adentrarse de nuevo en el casco histórico, donde el mercado medieval y las actividades y espectáculos programados hasta las diez de la noche consiguieron reunir a miles de personas en la tercera y última de la fiesta, declarada este mismo año de interés turístico internacional y que en cada edición suma nuevos adeptos.

La buena afluencia quedó patente ayer en la intensidad del tráfico, que colapsó por momentos la villa, sobre todo durante la tarde, haciendo imposible encontrar un solo hueco libre de aparcamiento. Por ello mucho optaron por acudir por mar, en alguno de los barcos especiales habilitados por las navieras de la ría, o en autobús, desde el aparcamiento disuasorio habilitado en el parque empresarial de Porto do Molle, en Nigrán.

De cualquier forma, la celebración volvió a ser un éxito que los baioneses intentarán repetir el próximo año.