Investigadores gallegos de la Plataforma Innopharma de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) así como científicos del Centro Nacional de Biotecnología trabajarán codo con codo con la empresa farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) -la octava compañía farmacéutica más grande del mundo, según la revista Forbes- en desarrollar fármacos de inmunoterapia contra el cáncer, focalizado en aquellos pacientes que presentan resistencia a los actuales medicamentos.

Esta unión temporal se ha efectuado al resultar ganadora Innopharma de un concurso internacional al que se presentaron 378 proyectos procedentes de 21 países de Norteamérica y Europa, de los que solo fueron seleccionados seis.

"La compañía GSK va a trabajar 18 meses con nosotros en tratar de encontrar una molécula de su quimioteca (una especie de catálogo o biblioteca de sustancias químicas) que sirva para validar el mecanismo en el que trabajamos. Primero, veremos si (con) esa molécula reunimos los requisitos para tener un fármaco. Esto es muy posible porque procede de GSK donde las tienen muy seleccionadas. Segundo, veremos si funciona con los cánceres resistentes a tratamientos", explica Mabel Loza, coordinadora del grupo de investigación Biofarma, donde se inserta la Plataforma Innopharma.

Los investigadores han firmado un contrato de confidencialidad que les mide las palabras sobre la iniciativa. "Puedo decir que es un mecanismo que se basa en la inmunoterapia en cáncer, es decir, trata de favorecer la respuesta del sistema inmune de pacientes que son resistentes a los fármacos para tratar su cáncer. Por los datos que tenemos, parece que podría ser eficaz. Es una necesidad que no está cubierta y es muy necesaria. La idea sería llevarlo a una población de pacientes estratificada, analizando en cuáles respondería mejor", añade la científica.

Innopharma y el Centro de Biotecnología tendrán 18 meses para cumplir las expectativas. "La farmacéutica no nos da dinero, pero pone a trabajar a sus equipos en ello. Hay un reactivo -una proteína necesaria para probar las moléculas nuevas- que nos parecía interesante tener pero no podíamos pagarlo porque cuesta entre 500.000 y 800.000 euros. Ese reactivo nos lo va a facilitar GSK y nos permitirá conocer la respuesta al fármaco de una forma muy rápida. Es una gran oportunidad, ellos van a invertir y si funciona, seguirán funcionando. Si el proyecto sale bien, es decir, si el fármaco funciona y se vende, nuestras instituciones tendrían parte de los beneficios", resalta.