Deborah García Bello recordó que la forma en la que unos átomos se enlazan con otros es tan importante como los átomos que conforman cualquier material. Ocurre, por ejemplo, con las minas de los lápices y con la piedra más dura que existe en la naturaleza. "El grafito y el diamante -apuntó- no tienen que ver aparentemente, pero están hechos de lo mismo". Es la disposición geométrica de sus enlaces atómicos lo que diferencia unos materiales de otros.

El grafito, que conforma las minas de los lápices, está formado exclusivamente por átomos de carbono, dispuestos en miles de finas láminas negras. "El carbono está entrelazado como en panales de abeja, de forma hexagonal, y los enlaces entre las capas [a la manera del hojaldre] son tan débiles que eso permite dibujar con el lápiz: al usarlo dejamos una lámina de átomos de espesor casi atómico".

El diamante, por el contrario, se forma en zonas de altas presiones, como el manto terrestre, y puede llegar a la superficie a través de los volcanes. "No tienen nada que ver y están hechos exactamente de lo mismo", destacó la divulgadora.

Más similar al grafito es el grafeno, que, como apuntó Manuel Vicente, fue descubierto por unos científicos que jugaban a obtener láminas finísimas de grafito despegándolas con cinta adhesiva, capa a capa. El grafeno, material actualmente en auge, está formado por hojas de grosor atómico, pero tan resistente que una hoja de espesor atómico es capaz de soportar varios kilos de peso sin romperse. Es más duro que el diamante y que el acero, pero muy ligero, flexible, elástico y con alta conductividad térmica y eléctrica.