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Nuccio Ordine: "La lógica del beneficio llevada al extremo está matando el ansia de conocimiento"

"Las reformas educativas que se aplican en Europa fuerzan a que los alumnos tengan que decidir su futuro profesional a los trece años"

Nuccio Ordine, durante una conferencia.

Nuccio Ordine (Diamante, 1958) recurrió al manifiesto, el formato clásico de todo revolucionario, para alertar sobre los graves efectos perturbadores en la sociedad y la cultura de la lógica del beneficio llevada a su extremo. Al amparo del paradójico título de "La utilidad de lo inútil" (Acantilado), este profesor de Literatura en la Universidad de Calabria, especialista en Giordano Bruno, hace un llamamiento a la resistencia frente al ímpetu de lo rentable y de lo inmediato que ha difundido de viva voz en su reciente visita a España.

-"La utilidad de lo inútil" lleva 14 ediciones en español. Parece que el suyo es un libro útil por necesario.

-Esa pregunta habría que formulársela a los lectores. Sí es cierto que el libro ha suscitado un gran debate allí donde se publicó, lo que me causa un gran placer. Una de las situaciones que más emoción me provocó, en mi recorrido por el mundo con el libro, fue durante la presentación, en septiembre pasado, en la feria editorial de Medellín, en Colombia. Estaba hablando a un auditorio de jóvenes y les dije que tenían que ser traficantes de belleza no de drogas. Al terminar, un par de muchachos me abrazaron y me contaron cómo para ellos la vida siempre había girado en torno al plomo o la plata y empezaban a ver que tenían un tercer camino que era el del bien común y la cultura.

-El libro tiene mucho de manifiesto contra el sistema.

-Es un manifiesto contra la lógica del beneficio económico por sí mismo, no contra el beneficio económico sino contra el beneficio que se vuelve en un fin exclusivo. Hoy en día impera una concepción que considera solo útil aquello que genera dinero, pero se necesitan muchas otras cosas para nutrir el espíritu humano, como la música, la literatura o la filosofía que no generan margen económico y que contribuyen a hacer una sociedad más humana. Hay un ejemplo claro de la lógica perversa del capitalismo. El caso del software trucado de los coches diesel de Volkswagen muestra cómo el impulso continuo por ganar más dinero lleva a la autodestrucción. Una empresa que fue la mayor en su sector tiene ahora su futuro comprometido por los gastos e indemnizaciones .

-¿La lógica del dinero se ha convertido en el peor enemigo del conocimiento?

-Sin duda. La rapacidad del sistema, es al lógica extrema del beneficio, está matando el ansia de conocimiento. Sería importante explicar a los jóvenes que no se va a la escuela o a la universidad a obtener un diploma sin más, que lo que se trata es de convertirse en personas mejores. Las reformas que se están aplicando en el sistema educativo en Europa fuerzan a que alguien de 13 años tenga que decidir ya su futura orientación profesional y en función del dinero que quiere ganar. Es un modo de corromper a la gente joven en un momento crucial de su vida haciéndoles creer que el estudio, la formación, solo tiene una conexión con el mercado. Es una forma de matar la curiosidad de los jóvenes. Ese tiempo de estudio no debe incluir ninguna especialización y menos un objetivo concreto relacionado con el mercado. Deberían ser como una abeja que va de flor en flor por las diferentes ramas del conocimiento.

-Desde la perspectiva opuesta ¿podríamos entonces decir que el saber es uno de los últimos reductos de la libertad personal?

-Sí, sobre todo puede una forma de resistencia a la lógica del utilitarismo. Hay algo muy claro: con el dinero se puede comprar todo pero no el conocimiento. El saber sólo se adquiere a través de un esfuerzo individual en el que no nos puede sustituir nadie. La persona más rica del mundo puede plantarse delante de un profesor con un cheque en blanco y pedirle "dame conocimiento" y de nada le valdrá el dinero si no pone empeño personal.

-¿Esta es una situación agravada por la complicada coyuntura económica que vivimos o es el resultado de la propia lógica del sistema ?

-La crisis ha hecho esa lógica más visible, pero vivimos más una crisis moral que económica. Cuando, por ejemplo, los gobiernos dicen que no hay dinero para escuelas, cultura o investigación científica están mintiendo. El Tribunal de Cuentas italiano ha confirmado que en Italia se pierden cada año 70.000 millones de euros por culpa de la corrupción y el Estado deja de recaudar 120.000 millones por la evasión fiscal. Con ciudadanos honrados podríamos financiar con ese dinero que se pierde la difusión de la cultura y la educación para conseguir que la gente joven estuviera más preocupada por el bien común, que tuviera la capacidad de decir "no" a la corrupción y a las prácticas que dañan ese bien común.

-También alerta sobre la creciente marginalidad de los clásicos, que quedan fuera del circuito educativo o se enseñan de una manera que no ofrece toda su dimensión. ¿Estamos ante una catástrofe cultural?

-Una de las causas de que los estudiantes encuentren la universidad cada vez más aburrida es esa marginación de los clásicos. Los alumnos acceden a manuales literarios, a versiones reducidas o adaptadas, pero ¿cómo puede uno enamorarse de Don Quijote leyendo un resumen? Ahí es donde entra en juego la capacidad de los profesores para explicar que los clásicos nos hablan de lo que es la vida, de lo que somos nosotros mismos. El problema es que la administración en lugar de invertir en formar a esos profesores ac túa sólo para dotar a las escuelas de ordenadores, de tabletas, de pijadas electrónicas. Es algo completamente miope porque todos esos instrumentos tecnológicos no son suficientes para construir una buena escuela. Son los buenos profesores los que hacen la buena escuela.

-¿Cómo encaramos este clima que usted describe en el libro, ve alguna capacidad de reacción social?

-A esa pregunta ni siquiera conseguiría responder el oráculo de Delfos. Es muy importante que se le explique a la gente joven que la dignidad no se mide en términos de dinero, que está en los grandes valores como la solidaridad o la defensa del bien común, la tolerancia o el amor por la justicia.

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