El Sergas lidera, por primera vez, un proyecto europeo que permitirá el diagnóstico precoz del alzhéimer cinco años antes de que comience la sintomatología clínica.

Esta investigación, dotada con 7,8 millones de euros gestionados íntegramente por el Sergas, es la principal sobre esta enfermedad en estos momentos en Europa, y desarrollará nanoestructuras que se introduzcan en el torrente sanguíneo del paciente y permitan detectar unos biomarcadores que reaccionan en estadios muy precoces de la enfermedad. "Este hecho significará una revolución en el diagnóstico precoz de la enfermedad y en su posterior tratamiento", explica Tomás Sobrino, investigador Miguel Servet del Sergas y director técnico del laboratorio de Investigación en Neurociencias Clínicas del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS).

El proyecto, que el coordinador del proyecto presentó ayer en Santiago acompañado del director del instituto Idis, José Castillo Sánchez, y del conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuíña, cuenta con la participación de más de cien investigadores de toda Europa y se desarrollará en los próximos cinco años. "Es importante destacar que el Sergas, además de coordinar el proyecto, el propietario del 25% del mismo, por lo que de todos los beneficios que puedan salir de ahí, el 25% de ellos retornarán a nuestro sistema de salud", apunta Sobrino. Además, el proyecto va a permitir la contratación de cinco investigadores de alto nivel en Galicia.

Actualmente no existe ningún tratamiento para la enfermedad de Alzheimer y eso se debe a que se detecta en etapas tardías, cuando casi el 70% del tejido cerebral está dañado. "Si logramos la detección precoz, conseguiremos que las terapias neuroprotectoras mitiguen los síntomas y ralenticen el avance de la enfermedad", explica Sobrino.

Estas nanoestructuras, describe el coordinador del proyecto, son una especie de "pompas de jabón" de dimensiones de 30 a 50 nanómetros que permiten introducir en su interior los fármacos, mientras que en la superficie llevan unos anticuerpos que reconocen los biomarcadores específicos de la enfermedad. Una vez introducidas en la sangre del paciente, esas estructuras dispondrán de propiedades lipofílicas para poder acceder al cerebro y que puedan ser detectadas por técnicas como la resonancia magnética y la Tomografía de Emisión de Positrones (PET).

"El coste de la primera prueba sería bajo, como un análisis de sangre, por lo que sería posible realizársela a personas con antecedentes familiares y a aquellas que presenten alguna sospecha, como un screening; en los que los biomarcadores presenten un nivel elevado, luego se les introducirían las nanoestructuras para confirmarlo", añade Sobrino, al tiempo que destaca que estas nanoestructuras, además del diagnóstico, permiten el tratamiento de la enfermedad. "Al llevar los fármacos en ellas, permiten la liberación de una forma más selectiva y localizada", destaca el coordinador.

A continuación, el proyecto aspira a poner en las nanoestructuras un medicamento desarrollado por Roche para comprobar su reacción en animales en una primera fase, que posteriormente podría desarrollarse en enfermos.