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Adiós al padre gallego de los presos guatemaltecos

Fallece a los 99 años el religioso José María Delgado Varela, que compaginó la ayuda a los más desfavorecidos del país con una intensa labor intelectual

La iglesia de La Merced de Antigua, en Guatemala, se llenó ayer como pocas veces lo había hecho para despedir en una emotiva ceremonia a una de las personas más queridas de la zona: el religioso gallego José María Delgado Varela, fallecido el miércoles a los 99 años.

El santiagués, perteneciente a la Orden de La Merced, compaginó su trayectoria docente y filosófica - escribió más de 75 trabajos entre libros y artículos sobre temas filosóficos y teológicos y fue nombrado Académico Honorario de la Academia Guatemalteca de la Lengua- con la ayuda espiritual y material a los presos del país centroamericano. "Era una persona muy querida porque ayudó a muchísimas familias y, además de ser teólogo, fue mucho más allá de la teoría y se entregó en servir al ser humano", recordaba ayer Fray Fernando Ruiz, párroco de La Merced, comunidad en la que residía el religioso gallego.

El párroco asegura que la muerte de su compañero fue totalmente tranquila y dulce. "Nunca había visto a una persona morir de una forma tan tranquila y consciente", apunta. El religioso, que padecía bronquitis, compartió con la comunidad la eucaristía del día anterior, se confesó una hora antes de morir y recibió la unción. "Fue un hombre con mucha energía que nos ayudó a construir la iglesia y que hizo una labor increíble con los presos. En estos últimos años dependía de los hermanos y vivía con paz y tranquilidad, atento a Dios y, sobre todo, muy agradecido con todos", recuerda Ruiz.

Esos hermanos a los que enseñó a cantar "La Rianxeira" le despidieron ayer con enorme emoción, en un funeral y entierro al que también acudieron los vecinos de la zona, gentes humildes y pudientes, ya que con todos ellos mantuvo muy buena relación, y también numerosos representantes oficiales de la cultura y la sociedad de la zona.

La bien ganada fama por la labor de José María Delgado también había llegado a España. De hecho, el año pasado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó su viaje a Guatemala para hacerle una visita. Sus compañeros de los monasterios de Poio y Sarria también recordaron ayer al religioso y el embajador de España mandó una carta personal de condolencia.

José María Delgado Varela nació en la parroquia santiaguesa de Conxo el 12 de enero de 1917. Cuando tenía siete años su madre murió de tisis y, tras cursar estudios en el colegio de los Hermanos de La Salle, en octubre de 1929 ingresó en el monasterio de Poio como aspirante en la Orden de la Merced y completó sus estudios de humanidades en el convento mercedario de Sarria (Lugo). En Poio estudió filosofía y tuvo sus primeros contactos con el pensamiento del filósofo y teólogo gallego Ángel Amor Ruibal.

En 1937 fue llamado a filas en Vigo para combatir en la contienda civil en el bando "nacional" y, tras la guerra, regresó a Poio para continuar con su formación teológica, además de ejercer como bibliotecario en el monasterio. Fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1942 en la capilla arzobispal de Santiago de Compostela y poco después se trasladó a Salamanca, donde en 1944 se licenció en Teología por la Universidad Pontificia.

A finales de 1969 viajó a Guatemala para completar la obra histórica de Antonio Rey Soto y, lo que iba a ser un trabajo de dos años, se convirtieron en más de 45. En Guatemala Delgado Varela fue nombrado capellán general de Presidios y ejerció la docencia en varias universidades. Conoció la realidad social del país centroamericano en los años 70 y desarrolló una labor inmensa en la pastoral penitenciaria, que en aquellos tiempos estaba encomendada a la orden de La Merced.

Una vida de entrega a los demás con la que Delgado Varela sembró todo un ejército de amigos.

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