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Galicia exporta vino "con sabor a terruño"

Andrew Yandell busca caldos en Ribeira Sacra y O Ribeiro para vender a tiendas especializadas de San Francisco

Yandell, estos días, en Fazenda Prádio. // FP

Aunque de forma callada, al menos para muchos, la viticultura gallega vive una auténtica "revolución" gracias a un grupo de jóvenes bodegueros del interior ourensano y lugués que aúnan formación con el conocimiento de sus abuelos para elaborar vinos naturales que transmiten la esencia de la tierra. El emprendedor estadounidense Andrew Yandell vende estos caldos en los mejores establecimientos ecológicos y restaurantes de San Francisco y estos días visita las zonas de la Ribeira Sacra y O Ribeiro para cerrar nuevos pedidos.

"No me interesan los vinos manipulados y de laboratorio que aparecen en la guía Parker, sino aquellos que elaboran los paisanos, la buena gente como Iago Garrido o Xavi Seoane, y que son estrictamente naturales y una expresión del terruño. Pero estos vinos no llegaban a California y por eso decidí crear mi propia empresa de importación", explica Yandell sobre la filosofía de Trumpet Wine.

Su catálogo solo incluye bodegas ecológicas y sostenibles o que realizan una agricultura biodinámica, aquella en la que solo se utilizan elementos naturales para la fertilización y que tiene en cuenta el calendario astral. "Es algo muy básico, no se trata de mística, sino de que la tierra sea más sana en cuanto a microorganismos. Así se cargan las viñas con energía y se produce un fruto muy bueno Lo único que se le añade a estos vinos es sulfuroso para que no se estropeen y una botella contiene menos cantidad que un vaso de zumo de naranja", compara.

A Yandell su pasión por la cultura del vino y la gastronomía española le viene desde niño. A los 13 años vivió con su familia en Castelldefels y a los 20 regresó a España para estudiar Historia del Arte durante un curso en la Complutense. Cuenta además con un doble título en Economía y Español por la Universidad de Claremont y elaboró una tesis sobre cómo reducir la incertidumbre ante el riesgo climático en las cosechas de Champagne, en Francia.

Pero su intensa trayectoria vital también incluye un verano como gaucho en un rancho argentino y experiencia como chef en restaurantes alemanes con estrellas Michelin. "Siempre hay algo que aprender y lo que me encanta es conocer a buena gente", explica.

Yandell ahorró "desde los 20 a los 25 años" para crear su empresa -hoy tiene 27- y arrancó en 2014 con 6 bodegueros de Cataluña, donde los vinos naturales se producen desde hace una década. Este año confía en cerrar una carta con caldos de una quincena de productores españoles.

"En Cataluña es donde tengo más contactos y raíces más profundas porque allí aprendí a cocinar y a catar el vino. La revolución empezó con sus bodegueros, antes había ocurrido en Francia y en Italia, y ahora esta chispa está prendiendo en Galicia", destaca.

"En España, los abuelos decían que un buen viñedo era el que podía llegar a tener una buena graduación alcohólica y producir volumen. No se apostaba por la calidad, pero esto cambió. En los años 90 y 2000 el sector vivió una adolescencia, se buscaba la perfección y había que hacerlo como los franceses. Ahora es el momento de tranquilizarse y contemplar lo que es un buen vino", reflexiona.

Fue una sumiller catalana la que le habló de la bodeguera ourensana Laura Lorenzo y ella le puso en contacto con otro de estos "revolucionarios", Iago Garrido, a través del que también conoció a Xavi Seoane, de Fazenda Prádio. Visitó sus viñedos de la Ribeira Sacra el año pasado y su mencía fue elegido el pasado diciembre como el mejor vino del mes en Ruby Wine, la mejor tienda de caldos ecológicos de San Francisco. "Su rosado en copa también se sirve en el mejor restaurante español de la Costa Este. El primer pedido se agotó y tuve que hacer otro", revela.

Estos días ha regresado a Galicia para hacer nuevos encargos y visitar a otros productores que encabezan esta "vanguardia" vitivinícola como el chantadino Roberto Regal. "Mi manera de trabajar es estar con a la gente. Yo no contacto con empresas ni con enólogos que hablan desde un despacho, sino con paisanos que trabajan en la tierra. Yo quiero conocer al tío que está en la viña, que es dónde se hace el vino. Y estos productores ecológicos más que químicos son como pastores", sostiene.

"Constituyen una semilla en Galicia y estoy seguro de que vendrán más. Me ilusiona mucho trabajar con ellos porque en Cataluña la agricultura ecológico es más fácil, allí no sufren mildiu, por ejemplo. Pero aquí se lo tienen que currar. y por eso aprecio tanto lo que hacen. Se tienen que esforzar mucho para conseguir su sueño. Elaboran un vino que me habla sobre su historia y que tiene alma", destaca.

Yandell compara estos caldos naturales con los que tilda de "traicioneros" porque desaparecen tras saborearlos. "El vino de Prádio huele a fruta y a granito y, después de tragarlo permanece y sigue cambiando. Y te hace tener ganas de tomarte otra copa. Tiene una frescura y una pureza impresionante", celebra.

El empresario, que permanecerá en España hasta finales de mes para visitar a sus proveedores catalanes, cree que algunos de estos caldos son más conocidos y, por tanto, apreciados en EE UU que por los propios gallegos. "Me parece que esto pasa bastante en España. La generación que ahora mismo tiene dinero no tiene cultura de vinos naturales y solo invierte en aquellos de prestigio que elaboran las grandes bodegas como Rioja o Ribera del Duero. Pero las cosas cambian y la gente sabrá apreciar lo que tiene delante. Tengo esperanza".

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