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Madeleine Manyingo: "La solidaridad no solo es económica; también lo es la denuncia"

Visita Vigo para hablar del proyecto que apoya Manos Unidas en Congo

La religiosa Madeleine Manyingo, ayer en FARO. // R. Grobas

Nacida en el seno de una familia cristiana congoleña, Madeleine Manyngo siempre sintió la inquietud de ayudar a las personas más necesitadas. Tras finalizar Filología Francesa en un instituto superior de pedagogía, en 1988 ingresó en las Hermanas Mercedarias Misioneras de Berriz. Estuvo desplazada en América Latina durante cuatro años y ahora trabaja con niñas procedentes de las familias más pobres de Likasi, ciudad de la provincia de Katanga, al sur de la República Democrática del Congo, en un colegio donde más de un millar de chicas adquieren formación en bioquímica, pedagogía y desde este curso también en informática, gracias al apoyo de Manos Unidas. La misionera está estos días en Vigo para hablar, en un perfecto castellano, de los proyectos que desarrollan las Mercedarias de Berriz con fondos de la ONG católica española, para cuya campaña contra el hambre irá destinada la colecta de las parroquias del domingo 14 de febrero. Hoy a las 19.00 horas, estará en la parroquia Corazón de María de Vigo.

-¿En qué proyecto colabora Manos Unidas en Lisaki?

-Uno de los proyectos que acabamos de iniciar es la rama de informática en el colegio Musofi, un centro de Lisaki (Katanga), donde estudian unas 1.100 niñas y unos diez niños. Hasta ahora solo había dos opciones: pedagogía y bioquímica, pero con el apoyo de Manos Unidas ahora va a salir las primeras graduadas en informática. El colegio se centra en las niña porque son mucho más vulnerables, a la guerra y a la situación del país. Si en una familia hay varios hijos, las niñas no estudian, son destinadas a matrimonio. Nosotras trabajamos para cambiar esto dándoles una formación.

-África acapara los titulares por grandes catástrofes humanas, pero después desaparece. ¿Tiene usted sensación de abandono?

-No diría tanto como abandono porque creo que hay de todo. Hay quien se aprovecha de nuestra riqueza, como de las minas de coltán, mineral que se emplea para fabricar los móviles. Hay países occidentales que están exportando ilegalmente un material que extraen niños, que son explotados y que trabajan en condiciones inhumadas, un material que está provocando graves conflictos en el país. Después, ¿quién financia y vende las armas a las guerrillas? La situación del país es de inseguridad total. En mi zona, vivimos las consecuencias de todo esto. Es frecuente ver a familias que llegan huyendo de la guerra, padres a quienes se les ha muertos sus hijos durante la huida y a niños que se han quedado sin padres y que se quedan en la calle, son los llamados "niños de la calle", con quienes también trabajamos. En realidad, con niñas, muchas de ellas con graves traumas por la guerra y la situación de desamparo.

-¿Qué se puede hacer frente a esta situación?

-Yo siempre digo que hay esperanza. Por eso pido a la gente que no se desanime y que siga ayudando, porque con su ayuda se pueden hacer muchas cosas. Pero la solidaridad no solo es económica. También lo es la denuncia. Esas campañas de recogida de firmas son muy efectivas. El Gobierno hace más caso a una denuncia realizada fuera del país, por alguien de fuera, que las que podamos hacer nosotros desde dentro. Porque a nosotros ¿quién nos escucha? Desde luego, es mucho más efectiva si la hace alguien de fuera.

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