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Las conferencias de Club FARO

Araujo: "Uno de cada siete escolares sufre 'bullying', pongamos gafas para detectarlos"

"Aún no tenemos equipos especializados en infancia donde derivarlos en Galicia", advierte la Asociación Amino - Atendieron 150 casos de acoso y de abuso sexual el pasado año

La presidenta de Amino, Diana Rodríguez (izq.), la vicepresidenta, Inma Araujo (dcha.) y la abogada Aida Blanco (c.). // Ricardo Grobas

"Uno de cada siete alumnos sufre acoso escolar; pongamos las gafas para detectarlos y demos voz a la infancia", invitó la vicepresidenta de la Asociación contra el Abuso y Maltrato Infantil de Galicia (Amino) y psicóloga del Centro de Menores Alborada, Inma Araujo, ayer en Club FARO. "Hay que entender que que el bullying existe, es real y está presente en nuestro entorno; el primer paso es 'ponerse unas gafas'" -ilustró- "para discernir los casos que no lo son y que los adultos se mentalicen, porque si no, no podrán detectarlo".

La presidenta de Amino y psicóloga, Diana Rodríguez, ejemplificó modelos existentes para prevenir y detectar el bullying como el "Kiva", en Finlandia, o un proyecto de "ángeles de la guarda" que actuarían como alerta de posibles situaciones de acoso a menores. Ambas expertas guiaron un coloquio bajo el título "Bullying, la dolorosa realidad del acoso escolar", que fue presentado por la abogada Aida Blanco y contó con gran expectación del público.

Un día como ayer en el que el Gobierno anunciaba un teléfono gratuito contra el maltrato escolar y más formación entre docentes para identificarlo, varias llamadas alertaban de posibles casos del temido bullying que destroza la vida de muchos menores anónimos. A pesar de la historia reciente de Amino, fundada en 2014, solo durante el año pasado atendieron un total de 150 casos, de abuso sexual y bullying. "Aún no hay equipos especializados en acoso escolar en Galicia", advirtieron no obstante, como sí ocurre en comunidades como Asturias, Baleares, País Vasco, o Andalucía. El acoso escolar afecta a niños de todas las condiciones sociales, está presente en colegios públicos y privados, en ciudades grandes y en pueblos más pequeños, insistieron.

Diana Rodríguez e Inma Araujo expusieron las claves para la detección de esta problemática para los docentes y familias. Para los docentes, explicaron que las víctimas en la escuela son objeto de burlas o bromas desagradables. "Son llamados con motes, les insultan, les molestan, acostumbran a estar involucrados en discusiones y peleas en las que se encuentran indefensos y acaban perdiendo". También en el juego "son los últimos en ser elegidos, en el patio suelen quedarse cerca del profesorado, no tienen amigos". Mientras, en la clase "tienen dificultades para hablar, dan una impresión de inseguridad o ansiedad y a veces presentan un deterioro gradual del rendimiento escolar". Esas serían pistas a seguir para los profesores.

Mientras, para los padres, deben de estar atentos si el niño o niña "vuelve a casa con la ropa estropeada, con los libros sucios o rotos, o les dicen que han perdido objetos o dinero". Así mismo, otra señal de alarma sería que "no quieran ir a la escuela o pidan que les acompañe, eviten determinados lugares, determinados días o clases". En otras ocasiones, recorren caminos ilógicos para ir al colegio. Por último, los progenitores deben de estar atentos a trastornos psicosomáticos -dolor de cabeza y estómago- o señales de golpes y arañazos. "Un niño triste debe de llamar la atención, si empieza a fallar su atención, pérdida de interés, con síntomas depresivos", indicaron. También son indicativos los dibujos o cuentos y relatos. Dos niños presionados del mismo modo pueden no responder igual, dependiendo de sus mecanismos y personalidad. Por eso, las profesionales indicaron que para sufrir acoso escolar, la escolar -la mitad de los casos se dan en niñas- o el escolar deben de sentirse una víctima.

Diana Rodríguez profundizó en cómo funcionan los menores o jóvenes que sufren acoso escolar, siguiendo la división del "cerebro reptil, cerebro mamífero y humano", que postuló el neurocientífico Paul D. MacLean.

Y otro foco muy importante de intervención, lo constituyen los testigos observadores. Esto es, los compañeros del niño que sufre bullying. "Se ha obviado un dato fundamental: la mayoría de los niños que son víctimas de acoso escolar se lo cuenta a sus compañeros", aseguraron. Por eso, los compañeros observadores son de vital importancia en la detección. "Hay un porcentaje de casos que se saben porque se lo cuentan a sus compañeros y ellos al 'profe' ¿Por qué no nos paramos a pensar en que necesitamos testigos que hablen? Si conseguimos cambiar la palabra chivato por solidaridad, generaremos una dinámica de grupo", sostienen. Pero el mensaje, también debe de llegar de los padres: cambiar el "si algún día alguien te hace algo, cuéntamelo", por "si presencias que a alguien le hacen algo, cuéntamelo".

Miedo, frustración, inseguridad, tristeza, incomprensión, soledad, tortura... Son algunas de las emociones que relatan los niños y adolescentes que viven bullying. "Si usted está ante uno de estos casos, debe notificarlo a una autoridad", remarcó la abogada Aida Blanco.

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