Las microfibras, procedentes de materiales tan diversos como tejidos polares (de jerséis o ropa de montaña) y desprendidas tras un lavado a máquina, han venido a sumarse a la contaminación de plásticos que acumulan los mares y océanos del planeta y que puede acabar en el aparato digestivo de los organismos vivos, pudiendo incluso alterar sus ciclos biológicos. Aunque el plástico es un material inerte, sin toxicidad, la ciencia ya ha demostrado que los aditivos que se añaden a estos materiales pueden causar alteraciones en el sistema endocrino de los peces, porque descontrolan sus hormonas sexuales, lo que puede alterar la fertilidad de los organismos e incluso provocar cambios de sexo. Y ahora esta nueva "micro" basura, que parece haber pasado desapercibida durante décadas, empieza a hacerse evidente para la comunidad científica.

El investigador experto en contaminación marina y jefe de Programa del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Vigo, Juan Bellas, explica que los microplásticos representan "un peligro adicional que estamos estudiando". Aunque la concentración de estas microfibras de plástico aún es baja en zonas oceánicas, según Bellas, en lugares como las rías la presencia podría ser mayor. "En estudios recientes realizados por nuestro grupo, hemos hallado microplásticos en un 13% de los peces estudiados de zonas oceánicas, pero su presencia podría ser mayor en estuarios y rías, como las gallegas", explica el investigador del IEO.

En estudios previos realizados en laboratorio por el IEO y la Universidad de Vigo, utilizando mejillones y larvas de rodaballo, se han observado efectos neurotóxicos y teratogénicos -detención del desarrollo embrionario- de compuestos polibromados (Pbb, compuestos químicos del bromo), utilizados como aditivos en plásticos, explica Juan Bellas.

En ese sentido, en la actualidad los microplásticos son objeto de estudio en tres proyectos en los que participa el IEO. El propio Instituto lidera un proyecto financiado por el Plan Nacional de I+D+i en consorcio con la Universidad de Vigo y la de A Coruña. El objetivo de este proyecto es el de caracterizar la distribución de contaminantes y de microplásticos en sedimentos costeros de la ría de Vigo y del mar Menor, y en sedimentos de la plataforma de las costas atlántica y mediterránea.

Pero también recientemente y muestra de la preocupación y actualidad del tema, los microplásticos han sido el objeto de una convocatoria europea de investigación y en la que uno de los proyectos en los que participa el IEO, "EPHEMARE", lidera la Universidad de Vigo, coordinado por el profesor Ricardo Beiras. Y el otro proyecto es el proyecto BASEMAN, liderado por Alemania.

Tipos de tóxicos

Bellas distingue entre tipos de residuos. Por un lado estaría el plástico convencional, que no se descompone y no es tóxico en sí, pero que acarrea al llegar al océano problemas a especies marinas grandes como aves y peces, mamíferos o tortugas, que se cortan, se los tragan o se quedan enganchados en ellos. Por otro lado, un problema añadido llega de mano de los compuestos orgánicos sintéticos que se añaden a los plásticos y resultan peligrosos, como ftalatos, el bisfenol a o los compuestos polibromados.

Y también hay microplásticos que pueden ser tóxicos per se debido a los aditivos utilizados por la industria como colorantes, plastificantes o retardantes de llama.

"Ya sabemos que es la forma de basura plástica más abundante del planeta y que puede provocar importantes daños en el medio marino", explica Mark Anthony Browne investigador de la Universidad de University of New South Wales en Australia y responsable del trabajo más exhaustivo hasta el momento sobre el origen de las microfibras presentes en los océanos. Sus investigaciones demuestran que las montañas de polyester y de nylon del mar proceden de las aguas que salen de las lavadoras. El uso cada vez más habitual de las prendas deportivas y de montaña, de alto contenido en fibra, ha hecho que en los últimos 50 años, el volumen de microfibra que vertimos al medio ambiente haya crecido en un 450%, según los datos que maneja Browne.

Una colega de Juan Bellas, ecóloga marina del Instituto Español de Oceanografía en Baleares, Salud Deudero, aseguró a El País que la contaminación por microplásticos es ubicua. La experta aseguró que los filamentos de estas fibras flotan a menudo en los primeros metros de agua del océano y tienen mayor impacto en especies como ballenas o atunes que se alimentan en la superficie. Y es que la acumulación masiva de microplásticos en hábitats marinos y la absorción de los mismos por diversa biota marina está reconocida por los científicos y autoridades de todo el mundo .

Como lo importante del problema es una solución, ya no precoz pero si eficaz, el oceanólogo vigués Juan Bellas plantea la necesidad de una mejor gestión de los residuos y también la búsqueda de alternativas diarias al omnipresente plástico, del que se siguen produciendo toneladas.

Al mismo tiempo, el científico del IEO abre una reflexión: "Los seres más expuestos a los plásticos y a sus aditivos somos los humanos".