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El vestidor

Se llama falta de ortografía literal a un error en una letra (berde, vurro); a veces uno se lía con los homófonos: no es lo mismo barón que varón. La sinalefa es terreno abonado. Por falta de ortografía acentual entendemos las equivocaciones en los acentos o tildes. Pero lo que ni la RAE tenía catalogado hasta la fecha era la tacha ortográfica famoseril. Por razones de causa mayor, esto es, la abracadabrante relación representante-representada. Consumada la disolución del tándem más famoso desde los buenos tiempos de los extranjeros Brangelina o los nacionales Carbonillas, vamos sabiendo cada vez más de malas artes, estratagemas tramposas, técnicas torticeras, servidumbres del showbusiness en general. Sin ir más lejos, no era Belén Esteban la que escribía mal en las redes sociales. Era su agente y, encima, lo hacía aposta, con premeditación y alevosía. Para darle más realismo. Porque ni dios iba a creerse, a estas alturas de la película, que la princesa del pueblo dominara los recursos de la lengua de Cervantes. Sin embargo ahora la mujer, libre ya de ataduras, representativas, dueña plena de su destino, ha decidido asir las riendas de su vida y anunciar, urbi et orbe, que en adelante "yo misma llevare Twitter e Instagram, Facebook no tengo, gracias a todos, os quiero!". Con una falta acentual, eso sí, para no variar. Nada más. De momento.

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