Las inusuales temperaturas de finales de diciembre motivan incluso a los "sintecho" que viven en las calles de Nueva York a echar la siesta sin miedo a aparecer congelados. Acostumbrados a pasar frío por estas fechas, los más pobres agradecen que el calor haya vuelto a casa por Navidad. Así que las calles se han poblado de papanoeles durmiendo.