Debido a la alerta terrorista vigente en casi todos los países del continente europeo, las autoridades romanas impusieron fuertes medidas de seguridad y determinaron un perímetro de seguridad a la plaza, a la cual solo podía accederse a través de varios puestos de control. Por esa razón el coche del pontífice llegó escoltado y en la zona había numerosos efectivos policiales y los asistentes fueron cacheados y sometidos a un detector de metales.

También en la plaza de San Pedro se desplegó un importante dispositivo de seguridad, con agentes de la Policía italiana realizando controles de detección de metales y registros de los asistentes.

Francisco abandonó la Plaza de España como la encontró, repleta de fieles que coreaban su nombre, y puso rumbo a la cercana basílica de Santa María la Mayor, en la que se detuvo a rezar ante la imagen bizantina "Salus Populi Romani". Este acto se produjo después de la inauguración del Año Santo Extraordinario de la Misericordia, que comenzó con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro del Vaticano y que concluirá el 20 de noviembre de 2016.