Sobre las 22,15 horas, salió el cuarteto de sesentones ante la ovación de decenas de miles de gargantas: el vocalista Mick Jagger con su americana roja; el guitarrista Keith Richards, con su brillante chaqueta y un bigote testigo de su reciente participación en la última entrega de "Piratas del Caribe"; el también guitarra Ronnie Wood y el batería Charlie Watts. Atrás habían quedado las actuaciones de los ilustres teloneros Loquillo y Biffy Clyro.

Con ganas de agradar desde el primer momento, Jagger comenzó saludando a Barcelona, Cataluña y España, y dialogó con el público en catalán y castellano, pidiendo disculpas por las suspensiones de los conciertos del pasado año.

Un escenario futurista, combinación de un decorado de "Metrópolis", del Guggenheim de Nueva York o de un moderno edificio de la City londinense, fue testimonio de un espectáculo que comenzó a lo grande, con un "big bang" stoniano, fuegos artificiales y los acordes del "Start me up".

Sobre el escenario acompañando a "Sus Satánicas Majestades" el bajista Darryl Jones, el teclista Chuck Leavell, Blondie Chaplin como corista y ocasional guitarrista, los vocalistas Lisa Fischer y Bernard Fowler, los saxos Bobby Keys y Tim Ries, el trompetista Kent Smith y el trombón Michael Davis.

Con un grupo dinosaurio, cuyos componentes suman más de doscientos años, no es extraño que entre el público se pudieran encontrar hasta cuatro generaciones, desde los sesentones que descubrieron a una banda que surgió a la sombra de los Beatles, pero que le ha sobrevivido más de treinta años, hasta los veinteañeros recién llegados.

Unas dos horas duró el concierto en el que temas históricos de los Rolling Stones han primado sobre los de su último trabajo discográfico, "A bigger bang", un álbum que los especialistas consideran uno de sus mejores discos de los últimos veinticinco años, muy superior a títulos como "Undercover", "Dirty Work" o "Bridges to Babylon".

Tras "Start me up", los Stones atacaron algunos temas de sus viejos álbumes, como "Let´s spend the night together", "Rocks off", "Midnight Rambler", ésta última con un Jagger armónica en mano, salpicados con alguna canción de su último álbum como "Rough justice" o "Streets of love".

No han faltado homenajes como "I´ll Go crazy", un indisimulado tributo al desaparecido James Brown, en el que Jagger compartió poderío vocal con Lisa Fischer, ni las dos canciones que siempre canta Richards con su inconfundible voz rota, en este caso el blues "You got the silver" y "I wanna hold you".

En el último tercio del concierto los Stones ofrecieron a un público entregado clásicos de su discografía como "Miss you" -en éste la banda tocó en el centro del Estadio sobre un escenario móvil como en una alfombra voladora-, "It´s only rock´n roll", "Honky Tonk Women" -una enorme boca y lengua rojas recibieron a los Stones de vuelta al escenario principal-.

Los Stones guardaron para la traca final "Simpathy for the devil", "Jumping Jack Flash", "Brown sugar" y el himno "Satisfaction", temas históricos que quizá suenen a epitafio en forma de última gira. O quizá no. A Fausto le queda todavía mucho trabajo con "Sus Satánicas Majestades".