La infelicidad es controlable: la felicidad se puede aprender. Este fue uno de los mensajes centrales de la charla que, precisamente sobre comunicación y felicidad, dio ayer en el club FARO Sebastiá Serrano, catedrático de Lingüística General de la Universidad de Barcelona.

Presentado por Ángeles Pereira, periodista de FARO, una tesis central del conferenciante es que estamos viviendo un cambio de civilización espectacular hacia una sociedad del conocimiento, con consecuencias para la vida, mente y bienestar de las personas en el período de aclimatación. "Pero vivimos la paradoja -explica- de que siendo una sociedad en la que disponemos de tantas cosas y tanta información, no hay indicadores de que seamos más felices. Podríamos decir que estamos pagando el peaje de un cierto crecimiento de la infelicidad".

Serrano reconoce eso pero dedica su reflexión a hacer prédica de esos mecanismos que lo evitan. "Todo edificio construiído sobre el concepto de información y comunicación -dijo-, desde la célula a la nación pasando por el ser humano, padece siempre grietas y humedades. Pero eso no tiene porqué suponer resquebrajamiento porque se pueden taponar. Tenemos evidencias empíricas con los últimos conocimientos de las neurociencias de que nuestra cortocicuitería cerebral está preparada para la felicidad".

Serrano predica un camino hacia esa felicidad que se basa en la recuperación de actividades comunicativas fundamentales que tenían nuestros antepasados y que hemos ido perdiendo. En síntesis, palabras, risas y caricias.

Según sus palabras, "realmente de lo que estamos hambrientos es de afectos y yo propongo una dieta comunicativa. Podemos recuperar espacios de felicidad con la mirada, con la conversación, con el tacto. Estamos diseñados para mirar y que nos miren, tocar y ser tocados, hablar y que nos hablen. El simple tono, por ejemplo, es un elemento que traslada o elimina afectos. Para el temor o la intranquilidad no hay mejor antídoto que el contacto físico y eso se aprecia hasta en ese momento de la muerte en que nada se agradece más que una mano en la tuya para acompañar el tránsito".