Este informe científico, titulado "El lúpulo contenido en la cerveza, su efecto antioxidante en un grupo controlado de población" ha sido realizado por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), cuyo presidente, Jesús Román Martínez, lo dio a conocer en rueda de prensa, junto a una de sus autoras, Victoria Valls.

Esta doctora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia recordó que el proceso de envejecimiento "es causa o consecuencia" de problemas cardiovasculares, trastornos neurológicos, procesos inflamatorios, diabetes, cáncer y otras patologías, cuya base común es la oxidación de las células.

Según explicó, la cerveza es una bebida rica en sustancias con actividad antioxidante, entre las que destacan los polifenoles que proceden esencialmente de la cáscara de la cebada y del lúpulo, y las melanoidinas del malteado.

El objetivo del trabajo de investigación fue analizar el efecto del consumo regular de una bebida rica en compuestos antioxidantes, como la cerveza, en los parámetros sanguíneos del metabolismo oxidativo y su relación con el metabolismo lipídico y los parámetros de inflamación.

El estudio se llevó a cabo con 50 monjas de clausura de tres conventos de León, todas ellas de edad avanzada -68 años de media- y con un modo de vida ordenado y reglamentado que sirvió perfectamente a los investigadores como "grupo dietéticamente controlado".

Los médicos suministraron a las monjas dos botellines de cerveza sin alcohol como suplemento alimenticio durante 45 días y, tras seis meses de descanso, complementaron durante otros 30 días su dieta con un comprimido de lúpulo.

La coautora del estudio explicó que los resultados dieron efectos positivos, dado que disminuyó el daño oxidativo y aumentó la defensa antioxidante, cuestiones que inciden de forma importante en las enfermedades cardiovasculares.

Además, se redujeron los niveles de colesterol total -un 6% en las personas que previamente tenían niveles elevados-, y de LDL oxidada -un 8%-, parámetros que están entre los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares y en los procesos de inflamación.

La doctora Valls concluyó que un consumo regular y moderado de cerveza sin alcohol, que cifró en unos 400 mililitros al día, el equivalente a dos cañas, en personas sanas y con una dieta equilibrada "puede contribuir a la reducción de las patologías asociadas con la edad" y, en consecuencia, lograr "un envejecimiento más saludable".

Puntualizó que la práctica totalidad de los tipos cerveza, sean negras, rubias, con o sin alcohol, ofrecen los mismos beneficios, dado que sus materias primas son las mismas y tienen los mismos compuestos antioxidantes.

Este trabajo de investigación ha sido financiado por el Centro de Información Cerveza y Salud, entidad privada que recoge fondos de las industrias cerveceras.